El autor es nuestro asociado y Delegado para Andalucía de AEME el coronel de la Guardia Civil Jesús N. Núñez Calvo, doctor en Historia. Por el interés histórico reciente de estas narraciones, esta web publicará los capítulos que aparezcan en el diario EUROPASUR, sobre la “Reorganización de la Guardia Civil”.
La reorganización de la Guardia Civil (VI)
En los capítulos anteriores se ha expuesto como se llevó a cabo la organización y reestructuración, tras la guerra civil, de las dos principales y más antiguas fuerzas de seguridad del Estado, ambas militares. En 1940 se decidió que una fuera incluida íntegramente en la otra.
Por ley de 15 de marzo de dicho año se determinó que el Cuerpo de Carabineros, creado en 1829 y regenerado en 1842, dedicado principalmente a la persecución del contrabando y resguardo fiscal del Estado, desapareciese como tal y sus miembros, acuartelamientos y demás material, quedase totalmente integrado, junto a sus competencias, en el Cuerpo de la Guardia Civil. Este, que había sido creado posteriormente (1844) estaba dedicado a lo que actualmente se conoce como seguridad ciudadana y contaba ya con más del doble de efectivos que el de Carabineros. Se trataba de la fuerza de seguridad más numerosa y potente que estaba desplegada por todo el Estado.
Según el Anuario Militar de 1936, el benemérito Instituto tenía una plantilla total de 34.391 hombres. Ello resultaba de la suma de sus plantillas en la Península, Baleares, Canarias y posesiones españolas en África: un general inspector, cinco generales de brigada, 26 coroneles, 74 tenientes coroneles, 124 comandantes, 318 capitanes, 575 tenientes, 380 alféreces, 13 médicos, tres profesores veterinarios, tres maestros armeros, 28.132 efectivos de Infantería (716 brigadas, 1.080 sargentos, 2.188 cabos, 531 cornetas, 1.708 guardias de 1ª clase y 21.909 guardias de 2ª clase) y 4.737 efectivos de Caballería (137 brigadas, 194 sargentos, 438 cabos, 167 trompetas, 238 guardias de 1ª clase y 3.563 guardias de 2ª clase). Respecto al ganado equino la plantilla era de 5.387 caballos (897 de jefes y oficiales así como 4.490 de suboficiales y tropa). El personal de la Guardia Civil estaba encuadrado en la Inspección General, cinco Zonas, 24 Tercios, 59 Comandancias, 209 Compañías, ocho Escuadrones, 739 Líneas, 3.139 Puestos y los Colegios de Guardias Jóvenes y de Huérfanos.
Por otra parte, en dicho Anuario Militar de 1936, el Cuerpo de Carabineros constaba que tenía una plantilla total de 15.316 personas (15.251 hombres y 65 mujeres). Ello, al igual que la Guardia Civil, era resumen de sus plantillas en la Península, Baleares y posesiones españolas de África, si bien no estaban desplegados en las Islas Canarias. Se trataban de un general inspector, un general subinspector, 12 coroneles, 25 tenientes coroneles, 30 comandantes, 145 capitanes, 296 tenientes, 162 alféreces, cuatro médicos, un director de música, un profesor de esgrima, 14.113 efectivos de Infantería (486 brigadas, 600 sargentos, 828 cabos, 913 carabineros de 1ª clase, 10.891 carabineros de 2ª clase y 400 cornetas), 458 efectivos de Mar (6 brigadas, 23 sargentos, 40 cabos, 34 carabineros de 1ª clase y 355 carabineros de 2ª clase), dos maestros armeros y 65 matronas. Dicho personal estaba encuadrado en la Inspección General, 10 Zonas, 20 Comandancias, 109 Compañías, 1.658 Puestos y el Colegio de Carabineros.
Hay que recordar que por decreto de 28 de septiembre de 1935 se disminuyeron los servicios afectos a dicho Cuerpo así como su plantilla. Dicha reforma, que fue dearrollada por la orden circular de 2 de noviembre siguiente, supuso la supresión de 5 Zonas y 13 Comandancias, que implicó la consiguiente reducción de personal, reestructurándose entonces el Cuerpo de Carabineros en las 10 Zonas y 20 Comandancias citadas que perdurarían hasta 1940. Es necesario significar que también se suprimió definitivamente en 1935 la fuerza de caballería, pasando a integrarse la existente como fuerza de Infantería. Ello supondría a su vez una importante reducción de ganado, asignándose en 1936 sólo una plantilla de 823 caballos, de los cuales 490 eran de oficial y 333 de tropa.
En la provincia de Cádiz, y también en nuestro Campo de Gibraltar, debido a sus peculiares características y ubicación, la fuerza más numerosa a diferencia de otras provincias era la perteneciente al entonces Cuerpo de Carabineros. En total, antes del inicio de la mentada guerra civil en 1936, y conforme a la orden circular de 2 de noviembre de 1935, había 1.503 carabineros en plantilla, encuadrados en dos Comandancias.
Por un lado estaba la 10ª Comandancia, con cabecera en Algeciras, que tenía 834 efectivos: un teniente coronel, un comandante, seis capitanes, 13 tenientes, siete alféreces, 766 miembros de Infantería (un subteniente, 53 brigadas y sargentos, 45 cabos, 18 cornetas, 41 carabineros de 1ª clase y 608 carabineros de 2ª clase), 24 miembros de Mar (2 brigadas o sargentos, 1 carabinero de 1ª clase y 21 carabineros de 2ª clase) y 16 matronas de 2ª clase. La 11ª Comandancia, con cabecera en la capital gaditana, tenía 669 efectivos: un teniente coronel, un comandante, cinco capitanes, 11 tenientes, 8 alféreces, 598 miembros de Infantería (un subteniente, 51 brigadas y sargentos, 33 cabos, 18 cornetas, 44 carabineros de 1ª clase y 451 carabineros de 2ª clase), 44 miembros de Mar (un subteniente, dos brigadas o sargentos, tres cabos, cuatro carabineros de 1ª clase y 34 carabineros de 2ª clase) y una matrona de 1ª clase.
Hay que significar que dicha normativa dejó también excedentes de plantilla en la provincia gaditana, además de un coronel, un capitán y un subteniente que pertenecían a la desaparecida 6ª Zona (Cádiz), a un comandante y 29 carabineros de 2ª clase de Infantería, pertenecientes a la 10ª Comandancia (Algeciras), así como lo mismo en la 11ª Comandancia (Cádiz).
La Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz se encontraba desplegada por toda la provincia pero su número de efectivos era mucho menor. Según el Anuario Militar de 1936, su despliegue territorial era de cinco compañías, 20 líneas y 48 puestos. Un escrito del teniente coronel jefe de la misma, Vicente González García, suscrito el 15 de junio de 1936 y confirmado tres días después en Madrid por el coronel Gonzalo Delgado García, jefe de la Secretaría Militar de la Inspección General de la Guardia Civil, cifraba la plantilla en 704 hombres. Estos eran un teniente coronel, dos comandantes, seis capitanes, 10 tenientes, 10 alféreces, 22 brigadas, 25 sargentos, 456 de tropa de infantería (27 cabos, 6 cornetas, 46 guardias 1º y 377 guardias 2º) así como 172 de tropa de caballería (17 cabos, 5 trompetas, 7 guardias 1º y 143 guardias 2º). Contaban con 210 caballos (25 de jefes y oficiales, 15 de suboficiales y 170 de tropa).
De ellos, en la 2ª Compañía que tenía su cabecera en Algeciras y por demarcación lo que entonces se entendía como Campo de Gibraltar, había según dicho escrito, 142 hombres (un capitán, dos tenientes, dos alféreces, cuatro brigadas, tres sargentos, 104 efectivos de Infantería (siete cabos, un corneta, 13 guardias 1º y 83 guardias 2º) así como 26 efectivos de Caballería (cuatro cabos y 22 guardias 2º).
De ellos, además del teniente jefe de la Línea de San Roque, pertenecían al Puesto de San Roque ocho efectivos de Infantería (un brigada, un guardia 1º y 6 guardias 2º) y tres de Caballería (un cabo y dos guardias 2º). En el Puesto de Campamento, dependiente de La Línea de la Concepción, había un cabo y seis guardias 2º de Infantería.
La reorganización de la Guardia Civil (VII)
- La ley de 25 de septiembre de 1941 dispuso la continuación de las dos escalas de suboficiales y cabos de Infantería y Caballería de la Guardia Civil, declarándose a extinguir esta última
Tras desaparecer el Cuerpo de Carabineros, a raíz de la ley de 15 de marzo de 1940, y ser integrado su personal, ganado y material, incluidos acuartelamientos, en el Cuerpo de la Guardia Civil, que además asumió sus competencias, hubo que afrontar más cambios.
En el de Carabineros se había acabado antes de la guerra civil con su fuerza de Caballería, integrándola directamente en su Infantería, pero en la Guardia Civil, que tenía mayor demarcación y presencia territorial, fue diferente, aunque por poco tiempo.
El primer paso efectivo que dio al respecto fue la promulgación de la ley de 25 de septiembre de 1941, donde se dispuso la fusión, en una sola escala, de las de Infantería y Caballería, de suboficiales y cabos existentes en la Benemérita.
Hay que recordar que la ley de 24 de julio de 1918 había establecido la separación de las escalas del Instituto de la Guardia Civil en dos Armas: Infantería y Caballería, fijando la proporción de cinco a uno para el ascenso a oficial de los suboficiales procedentes, respectivamente, de Infantería y Caballería. Dicha separación había existido igualmente en el Cuerpo de Carabineros hasta que, por decreto de 5 de octubre de 1934, materializado por el ya citado de 28 de septiembre de 1935, se terminó llevando a efecto la fusión de ambas escalas.
La nueva organización dada a la Guardia Civil por la citada ley de 15 de marzo de 1940, donde se habían integrado los dos beneméritos Institutos, “así como las necesidades de su plantilla y eficacia de su peculiar misión”, hacía preciso fusionar las citadas escalas de suboficiales y cabos, procedentes del Cuerpo que había creado el duque de Ahumada. Pero, por otra parte, también era de justicia respetar los derechos legítimamente adquiridos al amparo de la mentada ley de 1918.
No se trataba realmente de crear un nuevo Cuerpo, y mucho menos de cualquier forma, sino de dar continuidad, legal y real, al ya existente de la Guardia Civil que había pasado a integrar plenamente en sus filas, a los componentes del antiguo Cuerpo de Carabineros, asumiendo su doctrina y sus enseñanzas. Todo un reto que nunca antes se había llevado a efecto en el ámbito de la seguridad pública ni la represión del contrabando. El Campo de Gibraltar fue un buen ejemplo.
Un importante antecedente histórico, poco recordado, había sido el Resguardo Militar de Hacienda, un cuerpo que sería a nivel nacional la primera policía fiscal española. Creado por decreto de 6 de noviembre de 1820, durante el llamado Trienio Liberal (1820-1823), sus integrantes actuaron tanto de uniforme como disfrazados de paisano, portando en este caso su correspondiente placa, consistente en una bandolera de ante con un escudo de las armas nacionales en metal amarillo. Distribuidos por buena parte del territorio nacional, además de perseguir el contrabando, también se encargaron de velar por lo que hoy día llamamos seguridad ciudadana.
Por real orden del 1º de diciembre siguiente, se aprobó “el reglamento para el gobierno de los cuerpos militares que deben componer el Resguardo de la Hacienda pública en todas las costas y fronteras de la Península”. Dicho texto, muy completo, estaba integrado por 186 artículos encuadrados en tres secciones y diez capítulos. Hay que resaltar que en cuanto a sus misiones, dicho reglamento era muy explícito: “El Resguardo deberá proteger el comercio exterminando a los ladrones y malhechores que se atrevieren a presentarse en los caminos, y destruyendo el tráfico ilícito”.
La principal obligación del Resguardo Militar era la de descubrir, perseguir y aprehender los géneros de contrabando o prohibidos; aquellos que estando permitidos fueran trasladados sin la correspondiente guía de circulación que los amparase o que portándola, excediesen de las cantidades consignadas en las mismas; así como los que se condujesen fuera de la ruta expresamente señalada en el distrito de las aduanas y contrarregistros para asegurar los intereses de la Hacienda nacional. Pero también se le encomendó la persecución y exterminio de ladrones y malhechores que se encontrasen en sus servicios, pues la actuación delictiva de éstos, perjudicaba gravemente el comercio al afectar la libertad de movimiento de las mercancías lícitas entre las poblaciones, siendo igualmente misión expresa del Resguardo Militar atender a su protección.
Lejos de lo que pueda suponerse, y aunque tuvo corta vida, se trató de una fuerza potente y eficaz. Su plantilla presupuestaria inicial se fijó en 6.403 hombres: 13 comandantes, 5.040 de Infantería (45 capitanes, 45 tenientes, 45 subtenientes, 45 sargentos 1º, 135 sargentos 2º, 405 cabos y 4.320 soldados), 900 de Caballería (9 capitanes, 9 tenientes, 9 subtenientes, 9 sargentos 1º, 27 sargentos 2º, 81 cabos y 756 soldados) y 450 de Mar (50 patrones y 400 marineros). En relación a estos últimos se dispuso conservar en los puertos habilitados a comercio, las lanchas y falúas existentes, más las que fueran necesarias construir. Terminaría aumentándose a 80 patrones y 620 marineros y artilleros.
La invasión francesa de los llamados “cien mil hijos de San Luis”, en abril de 1823, supondría el principio del fin de nuestro Trienio Liberal y por consiguiente, del Resguardo Militar. Nuestro país, y no es el único precisamente de Europa, siempre fue más ágil y eficaz en afrontar las cuestiones de Hacienda que las de Seguridad Pública. Tras diversos intentos y proyectos, se terminó disponiendo en el régimen absolutista la creación, por real decreto de 9 de marzo de 1829, del Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras.
En cambio, no tuvo aceptación al inicio del Trienio Liberal, la propuesta que el teniente general Pedro Agustín Girón Las Casas, ministro de la Guerra y futuro I duque de Ahumada, presentó el 30 de julio de 1820 a las Cortes para su aprobación. Se trataba del interesante proyecto de creación de un nuevo cuerpo llamado “Legión de Salvaguardias Nacionales”. Con él se pretendía, “el exterminio de los malhechores y la seguridad en los caminos, objeto principal de su instituto, cuyas circunstancias no se han podido lograr jamás a pesar de las medidas del Gobierno y de los esfuerzos y sacrificios de los pueblos.” Dicho proyecto fue rechazado en la votación por considerarse “medida atentatoria a la libertad y desorganizadora de la Milicia Nacional”, creada en virtud de lo dispuesto en el artículo 362 de la Constitución de 1812.
Tras la creación durante el periodo absolutista de varios cuerpos policiales que por intereses políticos de la época ni perduraron ni llegaron nunca a tener un verdadero despliegue territorial a nivel nacional, sería el II duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón Ezpeleta, quien pondría en marcha el Cuerpo de la Guardia Civil, organizado finalmente por real decreto de 13 de mayo de 1844.
Transcurrido casi un siglo y tras muchas vicisitudes que se han ido describiendo en artículos anteriores, la mentada ley de 25 de septiembre de 1941 dispuso la continuación, pero separadamente, de las dos escalas de suboficiales y cabos de Infantería y Caballería de la Guardia Civil, si bien declarándose a extinguir esta última. En lo sucesivo, los guardias que ascendieran a cabos ingresarían en una escala única.
(Continuará).
Fuente:
https://www.europasur.es/san_roque/reorganizacion-Guardia-Civil-VI_0_1899111721.html
https://www.europasur.es/san_roque/reorganizacion-Guardia-Civil-VII_0_1900911947.html