La imprescindible acción de ‘las margaritas’ en la Guerra Civil
Se le adjudicó misiones como la de las madrinas de guerra, una figura que se creó para cartearse con los soldados, sosteniéndoles psicológicamente en duras circunstancias de frente bélico
MadridActualizada 04:30
En la España nacional, la intensa movilización de la mujer durante la Guerra Civil fue un hecho incuestionable, aunque se defendió siempre su rol tradicional de madre y esposa. Así, se le adjudicó misiones como la de las madrinas de guerra, una figura que se creó para cartearse con los soldados, sosteniéndoles psicológicamente en duras circunstancias de frente bélico. Al comienzo de la campaña del Maestrazgo, en 1937, la presidenta de las margaritas carlistas de Anzuloa ofreció una madrina a cada requeté carlista del Tercio de requetés de Lácar.
Pronto se reveló que la contribución de la mujer resultaba imprescindible para mantener la vida en la retaguardia, para la asistencia social y para el cuidado de los heridos, pues ellas se organizaron como enfermeras, reclutadoras de donaciones y trabajadoras en intendencia. Las falangistas, organizadas en la Sección Femenina, invadieron un terreno –los servicios sociales– que tradicionalmente había estado a cargo de la Iglesia Católica. Su Auxilio de Invierno se transformó, en mayo de 1937, en Auxilio Social que movilizó a las jóvenes de su zona imbricándolas en tareas de distribución de ropa, alimentos, organización de donaciones, etc. Las margaritas también participaron en hospitales y tareas de abastecimiento, mientras en la España republicana sufrían la persecución y el encarcelamiento por sus ideas políticas y su encuadramiento católico, llegando a la muerte muchas de ellas.
A mediados de abril de 1937 apareció el decreto de Unificación, según el cual se dispuso la fusión de todas las organizaciones políticas de un nuevo partido, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, bajo el mando único de Franco. Los falangistas obtuvieron una posición preponderante frente a los carlistas, aumentando sus conflictos internos durante la guerra. A la Sección Femenina no le gustó la Unificación: las tradicionalistas poseían raíces morales muy profundas y vigor en sus creencias pero sólo Falange podía proporcionar el sentido de la justicia social y el salto al futuro que España requería. Sin embargo, se aceptó el hecho consumado y las delegadas provinciales serían falangistas y margaritas asumirían las secretarías.
A la Sección Femenina no le gustó la Unificación: las tradicionalistas poseían raíces morales muy profundas y vigor en sus creencias
La líder carlista Rosa Urraca Pastor fue nombrada delegada nacional de Asistencia de Frentes y Hospitales el 29 de abril, cuyo fin residía en el mantenimiento de depósitos para los frentes, lavaderos, confección de ropa en talleres de la Sección Femenina, envío de paquetes con comida, ropa y tabaco a los soldados del frente, la instalación de hospitales y otros servicios. Su amiga Pilar Careaga –una vez liberada de la cárcel de Bilbao– fue nombrada delegada provincial.
Los nuevos hospitales que se pusieron en funcionamiento tuvieron que organizarse de acuerdo con la Delegación Nacional de Sanidad y el Jefe Provincial Militar, pero tanto la primera como Frentes y Hospitales se repartieron la gerencia de esos servicios; Sanidad se hizo cargo de las funciones técnicas mientras Frentes y Hospitales se encargaba del sostenimiento material, así como de la organización de visitas y de la asistencia espiritual de los combatientes, tema de enorme preocupación para las carlistas. Las margaritas despacharon a los frentes miles de crucifijos, rosarios y medallas por un valor total de 21.600 pesetas. Cosieron sus lemas («Detente bala, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo») y símbolos (Cruz de Borgoña) en las prendas para los soldados .
En los siguientes meses se puso a su cargo numerosos vehículos, material de transporte, material y mobiliario, vestuario, alimentos, tabaco, vino y licores. La comida para las tropas fue el artículo más importante en el presupuesto de las margaritas navarras, al comprar más de 20.000 tarros de mermelada y leche condensada y varios cientos de miles de kilos de chocolate y dulces. El algodón para hacer jerséis a los soldados ocupó un distante segundo lugar, seguido de bebidas alcohólicas. Pero además, las Margaritas ejercieron como empleadas de correos, costureras, lavanderas, enfermeras y maestras. Enviaron ropa limpia al frente y se llevaban la sucia de los requetés para lavarla, desinfectarla y remendarla en una semana. Esas tareas de alimentar, criar y recordar –roles típicamente femeninos– reforzaron los ya fuertes lazos entre los hogares y el frente, siendo recordados por los requetés supervivientes más adelante.
En el amanecer de la inmediata posguerra, quedaba claro que las mujeres falangistas habían sido preferidas a las carlistas para organizar y modelar el ideal femenino en el Nuevo Estado
Pero la rivalidad entre Frentes y Hospitales y la Sección Femenina alcanzó quizá límites que las carlistas no supieron calibrar apropiadamente. En 1938, a Castellón llegó Urraca Pastor con dos camiones: uno lleno de boinas rojas y otro de alimentos en frío, mucho más fáciles de mantener y repartir. Se trataba pues de una operación mucho más positiva desde el punto de vista propagandístico y logístico a una zona que estaba en pleno frente de batalla y que había sido de primordial voto carlista. Para Auxilio Social esta acción supuso una extralimitación de sus atribuciones que estaban ceñidas a la actuación en el frente, pero también fue una muestra del poder que las falangistas no deseaban compartir. Rosa Urraca, pese a ser nombrada consejera nacional y condecorada por su valor en el frente de Somosierra, fue sometida a ostracismo político al final del conflicto bélico .
Tras la victoria militar un decreto disolvió tanto la organización femenina del carlismo como su Delegación. Así, el 24 de mayo de 1939, Franco dispuso la finalización de la Delegación de Frentes y Hospitales, ya que su servicio no tenía ya sentido, subsistiendo sólo la organización exterior para recaudar divisas. Y, como muestra de su victoria, Auxilio Social fue beneficiaria de dicho desmantelamiento, ya que en el reparto de sus bienes le correspondió la totalidad de los víveres almacenados. En el amanecer de la inmediata posguerra, quedaba claro que las mujeres falangistas habían sido preferidas a las carlistas para organizar y modelar el ideal femenino en el Nuevo Estado. No resulta raro que numerosos requetés y margaritas sintieran cierta frustración en la Victoria.