Los entresijos del 23-F. Enrique Dominguez Martinez-Campos

Valencia: los tanques en la calle la noche del 23 de febrero de 1981.
El Coronel de Infantería/DEM, r, fundador de la Asociación Española de Militares Escritores, publica una nuevo articulo de la serie “Cartas a los españoles”, en el digital colaborador La Critica.

 

Los entresijos del 23-F

 

Queridos amigos: Después de la dimisión de Suárez el 29 de enero de 1981, parecía que toda la trama de un posible golpe militar se paralizaba, era innecesaria. Hasta el punto de que el general Milans del Bosch se reunió de nuevo el 1 de febrero en el piso de la calle General Cabrera de Madrid con los mismos interlocutores que lo hiciera en la primera reunión allí con el propósito de dar por zanjado el posible golpe. No obstante, creía que se plantearía una moción de censura en el Congreso al nuevo presidente del gobierno de UCD para formar uno de concentración al frente del cual podría estar el general Armada.

.Como consecuencia del deseo del Rey, el general Armada era designado 2º Jefe del Estado Mayor del Ejército el día 3 de febrero. El día 6 el Rey le dijo que fuera a verle el 13 de febrero en Zarzuela.

Armada se presentó puntualmente ante SM. Le informó de todo cuanto sabía, de sus conversaciones con Milans. “Señor, va a ocurrir algo”. De que varias Capitanías Generales podían sublevarse contra el gobierno –no contra la Corona- en vista de la gravísima situación que vivía nuestro país.

El Rey le pidió que lo que le había dicho se lo dijera al vicepresidente del gobierno, Gutiérrez Mellado. Así lo hizo el general Armada. De modo que, ¿qué papel estaba desempeñando Armada en toda esta trama cívico-militar? Actuando de esta forma, acatando las órdenes del Rey, ¿Armada era un golpista?

El vicepresidente lo recibió. A medida que le iba relatando su opinión Gutiérrez Mellado se iba descomponiendo más y más. Le cortó en seco, “Me dijo que cómo me atrevía a ir hasta el Rey (recuérdese que fue el Rey quien citó a Armada) con esas patrañas; que con mis historias fantásticas no hacía más que preocupar al Rey perturbando su tranquilidad… Me echó una buena bronca… Te ordeno que no vuelvas a molestar más al Rey ni hablar con él de estas cosas…”. Y añade el general Armada: “Gutiérrez Mellado tenía información sobre lo del golpe y no hizo nada para abortarlo. Fue uno de los grandes responsables de que eso sucediera”.

Debo añadir que, tras el 23 F, en el juicio contra el general Armada, el Rey le prohibió hacer uso de las notas que el general tomó de la conversación con SM aquel 13 de febrero: “No puedo autorizarte a revelar el contenido de esa conversación”, le dijo. ¿Qué podía temer el Rey que supiera la opinión pública sobre su conversación con el general Armada?

Ese día 13 la crisis política se agrava. La muerte, en la cárcel, de un asesino de ETA, llamado Arregui, enfrentó a los ministros de Justicia e Interior, Fernández Ordóñez y Rosón, en el Congreso, acusando el primero a cinco policías del asesinato de Arregui, a los que defendió Rosón. UCD estaba rota y desprestigiada, aprovechándolo el PSOE para promover un enorme escándalo.

Por otro lado, en San Sebastián se habían producido graves incidentes, promovidos por los simpatizantes y encubridores de ETA, con el resultado de 100 heridos en las calles de la ciudad.

En el CESID la “Operación De Gaulle”, sin Suárez, seguía viva. El día 20, viernes, se iba a celebrar el pleno del Congreso para investir a Calvo Sotelo como presidente del gobierno. Dos días antes, el 18, agentes de aquella Casa se pusieron en contacto con el teniente coronel Tejero para indicarle que era la oportunidad que esperaba. Si se decidía, no habría ni violencia ni víctimas en ningún caso. Y su actuación terminaría cuando se presentara allí “la autoridad militar competente para hacerse cargo de la situación”. Como se calculaba y suponía que Calvo Sotelo no obtendría en una primera sesión la mayoría absoluta requerida y tendría que celebrarse una segunda sesión plenaria, se indicó a Tejero que sería en esta última cuando debiera actuar.

Así sucedió. El día 20 Calvo Sotelo no obtuvo la mayoría absoluta, pues sólo consiguió 169 votos a favor frente a 158 en contra. Era preceptivo convocar un nuevo Pleno en el que, por mayoría simple, pudiera ser designado presidente. Y se convocó el 23 de febrero, lunes.

El que fuera Alcalde de Madrid y en aquellas fechas senador elegido por el Rey, Juan de Arespacochaga, dejó escrito lo siguiente: “El sistema (democrático) no se ponía en discusión… Se trataba de un pacto de partidos e instituciones que hubieran colocado a la cabeza (del gobierno) a un personaje de la máxima relevancia… comprometido con la Transición y de la máxima confianza del Rey, bien visto por la Iglesia, las fuerzas económicas y con el placet de las grandes democracias. Esa designación recayó en el general Armada, a quien lo comprometieron a apoyar instituciones muy características del país y con una evidente colaboración del PSOE”.

¿A qué pacto de partidos e instituciones se refería Arespacochaga? ¿Quién y cuándo designó al general Armada para colocarse a la cabeza de un gobierno de concentración o salvación nacional? ¿Quiénes eran esas instituciones tan características del país? Lo que sí estaba claro era el interés del PSOE y otras fuerzas políticas para reconducir una situación que se les iba de las manos a los políticos españoles.

El 20 de febrero, tras no superar la votación Calvo Sotelo en el Congreso, Tejero llamó a Milans para informarle de su idea de tomarlo el lunes siguiente. Milans quedó sorprendido por la precipitación con que se iba a realizar aquella operación. Y el día 21Milans se puso en contacto con Armada y con el general Torres Rojas para que desde La Coruña regresara a Madrid para, en su caso, hacerse cargo de la División Acorazada en la prevista ausencia de su jefe, el general Juste.

A partir del 19 de febrero, el embajador de EEUU en España, señor Todman, había informado al secretario de Estado, Alexander Haig, de un previsible golpe de Estado en nuestro país. El personal norteamericano de las bases españolas de Torrejón, Rota, Morón y Zaragoza, estaban en estado de alerta. El día 22 buques de la VI Flota del Mediterráneo se situaban a pocas millas de Valencia.

Casualmente el día 23 de febrero la familia Real estaba al completo en Zarzuela. Los Reyes, sus tres hijos (que no fueron al colegio), las infantas Pilar y Margarita y su marido, doctor Zurita, además del Jefe de la Casa Real, Marqués de Mondéjar; el jefe del Cuarto Militar, general Valenzuela; el secretario de la Casa, general Sabino Fernández Campo y los tres Ayudantes de SM, tenientes coroneles Montesinos, Polanco y Muñoz Grandes.

Se retransmite por TV la sesión plenaria del Congreso el 23 F. Todos los españoles fuimos testigos de aquella escena decimonónica del asalto al Congreso. Y todos nos sobresaltamos cuando los guardias comenzaron a disparar al aire. Los políticos se escondieron detrás de la barandilla de separación de escaños. Todos menos Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo. Esta película la tenemos vista mil veces por TV. Después, el capitán Muñecas, de la Guardia Civil, subió al estrado para que todos los allí presentes estuvieran tranquilos hasta que llegara la autoridad –“militar, por supuesto”- para hacerse cargo de la situación.

¿Qué autoridad militar esperaba Tejero? Al general Milans del Bosch.

En Zarzuela también se sobresaltaron al oir a los guardias disparar. A partir de aquí el Rey quería que el general Armada fuese a Zarzuela para que le informara. Le llamó al Cuartel General del Ejército. El general Fernández Campo indicó a SM que no lo hiciera. Y el Rey le pasó el teléfono para que hablara directamente con él, quien escribió: “Fui yo quien le dijo que continuara con Gabeiras y me informara desde su despacho… pese a que todos a los que preguntaba el Rey, sí que eran partidarios de que Armada estuviera en Zarzuela”.

Después todo sería confusión, idas, venidas, conversaciones telefónicas y telegráficas, constitución de un gobierno paralelo presidido por Laína, secretario de Estado de Seguridad, reunión de la JUJEM, ocupación de RTVE, el hotel Palace convertido en Cuartel General de los que no estaban en el Congreso, ocupación de las calles de Valencia por grupos tácticos acorazados… En sólo unas horas el teniente coronel Tejero abortaría su propio golpe de Estado. Aunque nadie estaba seguro de nada a las diez de la noche.

Un abrazo a todos.

Enrique Domínguez Martínez Campos

Coronel de Infantería DEM (R)

 

 

Fuente:

https://lacritica.eu/noticia/1766/enrique-d.-martinez-campos/los-entresijos-del-23-f.html