El trabajo es el fruto de varios años de investigación, viendo expediente por expediente, en el archivo del Cuerpo Jurídico Militar, inédito hasta 2010. Platón da una cifra sobre el alcance de la represión efectuada por los vencedores de la Guerra Civil, penas de muerte dictadas a partir del 1 de abril de 1939.

Las sentencias, condenatorias o absolutorias, llegaban tras un arduo proceso de revisión y alegaciones que acababa con la firma de Franco y un “enterado”, -es decir, ejecución- o conmutación.

Durante varios meses distintas autoridades militares, los auditores del Cuerpo Jurídico del Ministerio del Ejército, iban recabando, por ejemplo, testimonios favorables, un escrito del reo pidiendo clemencia, cartas de sus familiares, el testimonio del alcalde del pueblo donde habían ocurrido los hechos juzgados, de los vecinos… Platón ha tenido en sus manos documentos firmados con huellas dactilares, de personas analfabetas.

El autor ha contrastado la mencionada base documental con otras tres fuentes primarias, el Archivo General Militar de Guadalajara, datos del Ayuntamiento de Madrid y de la Generalidad. La conclusión es que los Consejos de Guerra condenaron a unas 125.000 personas, 30.000 de ellas fueron a muerte y la mitad, unas 15.000, finalmente ajusticiados.

Sobre el perfil del condenado comenta que “eran de origen muy humilde, fácilmente manipulables por los falsos profetas”. Muchos de ellos acumulaban varios delitos de sangre.

El nuevo libro de Miguel Platón desmonta el relato memorialista de la izquierda española: la masiva e indiscriminada represión de la posguerra. Hasta este momento historiadores españoles y extranjeros muy conocidos, como el británico Antony Beevor, habían dado por buenas, sin haber consultado un solo papel, cifras de más de 200.000, 120.000, 50.000… ejecuciones. El entrevistado compara este caso con el de los niños robados, “no se ha demostrado un sólo caso”.

Mientras los gobiernos socialistas de Zapatero y Sánchez se empeñan en alimentar mediante las Leyes de Memoria el enfrentamiento entre españoles, el investigador se emociona durante la entrevista al relatar la misericordia que mostraron cientos de viudas y huérfanos con los verdugos de sus familiares tras la guerra. Aportaron su perdón por escrito a los sumarios de los casos para exculpar a los criminales. Es la “España real”, dice, no la de la revancha.

Comenta que “no se ejecutó a ninguna mujer embarazada, lo que que cuenta la novela de Dulce Chacón es falso”.

Un libro excepcional.