Los talibanes llegan al Valle. Jose Manuel Adan

Catálogo de cuestiones necesitadas de una urgente resignificación en nuestro tablero político

 

Después de sobrevivir más de 1500 años, dos inmensas estatuas que representaban a Buda, los talibanes en Afganistán decidieron en 2001 destruirlas porque eran contrarias al Corán. La Organización de la Conferencia Islámica, que agrupa a más de medio centenar de países musulmanes, envió una delegación a Afganistán para persuadir sin éxito a los talibanes de que no llevaran a cabo la destrucción.​ Durante la demolición, el ministro de Información talibán, Qudratullah Jamal, bromeó sobre la dificultad que representaba la destrucción de las estatuas: “Este trabajo de destrucción no es tan fácil como la gente quiere pensar. No se puede bombardear así como así las estatuas, puesto que ambas fueron talladas en un acantilado, están firmemente pegadas a la montaña”. Que gracia. Las colosales estatuas fueron destruidas con dinamita y disparos desde tanques. En el Valle de los Caídos, gracias a un proceso de resignificación del monumento, que abraza a 33.000 caídos de los dos bandos de la tremenda y cruel guerra civil, varias estatuas inmensas en su base, representando a la Piedad y a los cuatro evangelistas, obra del Juan de Ávalos, van a desaparecer, de acuerdo con la maqueta presentada, gracias a un pacto en el que la Iglesia representada por el sacerdote Daniel Escobar Portillo, delegado Episcopal de Liturgia de la Archidiócesis de Madrid, ha dado su bendición.

El Valle de los Caídos se encuentra dentro del valle de Cuelgamuros, valle de montaña situado en la vertiente sureste de la sierra de Guadarrama, en el macizo central. Franco creyó que era el lugar idóneo para albergar un monumento en el que tuviesen cabida los restos de los caídos por los dos bandos de la guerra civil, originada por el PSOE en 1934 y acaecida entre 1936 y 1939. Allí, en el risco de la Nava se asienta la cruz más alta de toda la cristiandad con una altura de 152,4 metros, y en su base, una Basílica grandiosa y otros monumentos adyacentes. En ésta época de odio originada por el sanchismo, capaz de sacar a Franco de su tumba y con la idea expresa de que no se hable de la corrupción socialista, se le ocurre que este fabuloso monumento hay que “resignificarlo”, lo que unos entienden que hay que derribar la Cruz y otros que hay que poder jugar al billar en el interior de la Basílica. Y solo por haber sido tamaño monumento ideado por Franco. Si se le hubiera ocurrido a Negrín, ese que saqueó el Banco de España para entregarlo a los rusos, o a Prieto, el que se apoderó del tesoro español del barco Vita, o a Largo Caballero, el Lenin español e ideólogo del levantamiento del 34, el Valle de los Caídos estaría forrado de terciopelo, pero no, la idea surgió de Franco, por lo que hay que “resignificarlo”. La resignificación está considerada como un proceso de cambio de significado que se lleva a cabo mediante la interpretación de las experiencias vividas por una persona. Esta herramienta terapéutica se basa en la creencia de que los individuos poseen la capacidad de transformar el significado de sus experiencias para mejorar su salud mental y emocional. Desde el punto de vista psicológico, la resignificación es una técnica que se utiliza en distintas terapias psicológicas para cambiar la interpretación que se hace de un determinado evento. Mediante ella, la persona puede cambiar su manera de pensar sobre algo que le ocurrió en el pasado, con el fin de mejorar la forma en que se siente en el presente. Es decir con la resignificación se trataría de cambiar algo ocurrido en el pasado pero con la idea de que lo ocurrido se pueda mejorar en el presente. Y me pregunto yo, que hay más excelso que después de una guerra civil, los caídos por ambos reposen juntos ¿Qué resignificacion sería capaz de mejorar este hecho?

El Valle de los Caídos, para parar la tamaña atrocidad de la resignificación debe ser clasificado como Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid, lo que impediría apartar las manos sanchistas del monumento. Pero Isabel Díaz Ayuso, tan solícita y rápida de pensamiento, esta vez, sin saber cómo ni porqué, está adormilada, lo que ayuda a la perversa resignificación. Y es que el Valle de los Caídos pertenece a la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos de acuerdo con los documentos oficiales publicados por el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática y según el Decreto –Ley publicado en 1957 en el que se establecía la Fundación citada y se promulgaban las bases jurídicas y patrimoniales del monumento y decía que será “la nueva Fundación , la que ejercerá la titularidad del monumento, bajo el Alto Patronato de Franco, se asegurará del cumplimiento de los fines religiosos y sociales establecidos en el decreto, y pondrá en marcha el convenio con los benedictinos”. Fallecido Franco, el ‘Alto Patronato’ de la Fundación recayó en el nuevo Jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I quien, a su vez, delegó en Patrimonio Nacional, “el organismo público español dedicado al cuidado y mantenimiento de los bienes históricamente vinculados a la Corona de España”, según su propia definición. Y como Patrimonio Nacional depende en la actualidad del Ministerio de la Presidencia, existen dos patronos en la Fundación, la comunidad benedictina y Patrimonio Nacional. El Gobierno, por tanto, no es el legítimo propietario del conjunto monumental, sino la Fundación, que componen Patrimonio Nacional y la abadía de la Santa Cruz. Para tomar cualquier decisión que incumba al Valle de los Caídos, ésta debería proceder de los acuerdos que tomen ambas partes, puesto que ellas son los dos patronos que conforman la Fundación.

Si la resignificación la aplicamos a alguno de los miembros del Gobierno actual sería tremendamente difícil que pudieran mejorar algo de lo que hicieron anteriormente. Por ejemplo, la antigua cajera devenida en ministro y, posteriormente, eurodiputada del Parlamento Europeo, difícilmente puede resignificar su pasado teniendo en cuenta que pasar de cajera a eurodiputada no hay resignificación que lo mejore. El prófugo de Walertloo quizás puede resignificarse algo, en vez de huir en un maletero podría haberlo hecho en un Falcon puesto a su servicio por el dueño del hangar, el tal Sánchez. Sin embargo existe otro tipo de resignificación mucho más importante que de haberla realizado nos hubiera traído una época de democracia, independencia judicial y libertad. En este caso no consistiría en un simple cambio de nombre sino de una reforma estructural, sería la resignificación de la Constitución, cuyo aniversario acabamos de celebrar. Mediante ella, deberíamos suprimir el derecho a la autonomía de las nacionalidades expresada en el artículo 2 de la CE. Evitaríamos la confusión a la que nos quieren llevar los separatistas vascos y catalanes mediante chantaje al pedir el reconocimiento del País Vasco y Cataluña como naciones. Deberíamos eliminar la Disposición Adicional Primera mediante la que la CE ampara los derechos históricos de los territorios forales, lo que va en contra del principio de igualdad. Implantar el español como única lengua oficial de la Administración Pública y de la Enseñanza. Resignificar las competencias del Estado sin posibilidad alguna de transferencia o delegación a las Comunidades Autónomas. Prohibición de apertura de delegaciones en el exterior de las CC.AA. Inclusión del Tribunal Constitucional como una Sala más del Tribunal Supremo. Resignificación de las CC.AA para impedir la duplicación de organismos públicos ya existente a nivel nacional. Elaboración de una Ley Electoral que impida que las pequeñas formaciones políticas puedan dirigir la política nacional y que los diputados puedan ser elegidos por los ciudadanos, no por los partidos políticos. Resignificar la CE para que un Presidente que no cumpla la Ley o mienta, pueda ser cesado y nunca más pueda presentarse a un cargo político. Resignificar para que la corrupción surgida en un partido le impida presentarse de nuevo a las elecciones generales. Resignificar la Justicia de modo que la ley sea cumplida y en caso contrario el incumplidor sea llevado sin demora a prisión. Resignificar la protección de la propiedad privada para que en 24 horas pueda ser desalojado el intruso “okupador” o el que haya dejado de abonar el oportuno alquiler, siendo los poderes públicos los que tienen que responsabilizarse de los ciudadanos que, por las anteriores circunstancias se encuentran sin el debido techo.

El necesario proyecto unificador de los ciudadanos de bien debe tener en cuenta premisas como las anteriormente citadas si se quiere derribar al Frente Popular que hoy se asienta en la Moncloa y que es un proyecto totalitario que no desea dejar el poder. Es necesaria una resignificación moral y ética de la clase política. Algunos dicen que «España no ha muerto, pero agoniza». La gran resignificación es evitar la rotura de España.

 

 

Fuente:

https://www.vozpopuli.com/opinion/