Tenemos unas Fuerzas Armadas profesionales reducidas y es preciso tenerlas preparadas para cualquier contingencia
Los tambores de guerra en Europa llevan siendo tocados desde febrero del año 2022, cuando Putin inició una de las más salvajes agresiones al pueblo, la libertad y la soberanía de Ucrania. Tras ese ataque, el canciller Scholz habló de un «Zeitenwende», de un punto de inflexión en la geopolítica mundial.
Efectivamente, estamos en momentos de cambio e incertidumbre en la escena internacional. Vemos la lucha de Estados entre sí utilizando guerra híbrida y convencional, de entes terroristas contra Estados-nación, de grupos guerrilleros narcotraficantes contra Gobiernos legalmente elegidos, etcétera.
Estamos en una aparente o quizás, tal vez, una muy real transición de un orden mundial, con ciertas deficiencias por supuesto, pero que tenía reglas y que está moviéndose a otro «desorden mundial», basado en reglas y procedimientos violentos, en abusos de poder y en formas no pacíficas. Y vemos conflictos de alta intensidad, que se han producido por la pérdida de una cierta capacidad de disuasión occidental. Se usa la fuerza para dirimir conflictos y no la diplomacia. Se puede sentir una profunda crisis del multilateralismo y se percibe un rearme mundial.
Por eso, mientras se construya un nuevo orden mundial que, siendo sinceros, nadie sabe cómo va a ser, debemos defender nuestra soberanía, nuestra libertad y nuestra forma de vivir. Estamos en unas circunstancias diferentes a la Guerra Fría y a su etapa posterior. Estamos cambiando de época y debemos verlo antes de que sea demasiado tarde. Pero, además, debemos prepararnos y es aquí donde entramos en el modelo presente y futuro de nuestras Fuerzas Armadas.
Estamos viendo el agotamiento humano que está sufriendo Ucrania y las crecientes dificultades de sus necesidades de reclutamiento. Y no sólo Ucrania, sino también Rusia con una población bastante mayor. Y se empiezan a oír voces en Europa que exploran la vuelta de un servicio militar obligatorio y/o la preparación de una reserva voluntaria potente y preparada.
Alemania, a vueltas con el servicio obligatorio
Recientemente en Alemania, se ha iniciado un debate sobre la vuelta al Servicio militar obligatorio (SMO). La iniciativa cuenta con el apoyo de Olaf Scholz y del ministro de Defensa Pistorius, quien reconoce que eliminarlo «fue un error»: «Debemos estar preparados para una guerra en Europa», han dicho ambos políticos, en declaraciones a medios alemanes.
Y se está abriendo un debate en Alemania y no sólo por la deleznable invasión rusa de Ucrania, sino por los ataques que han sufrido en el mar Báltico infraestructuras energéticas y de telecomunicaciones de importancia geoestratégica para Alemania. Se empieza a reconocer como un error el haber eliminado el servicio militar obligatorio y se empieza a ver como una probabilidad peligrosa el hecho de no estar convenientemente preparados para una guerra en Europa. Como dicen algunas voces…, quizás no se deba descartar un ataque ruso en territorio de la OTAN.
El servicio militar obligatorio fue definitivamente abolido en Alemania en 2011, cuando ya duraba solamente seis meses. En 2016, mostrando cierta conciencia de error, Merkel pensó en retomarlo «en caso de amenaza terrorista», pero la idea quedó aparcada hasta que Rusia invadió Ucrania en febrero del año pasado.
El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, fue el encargado de pronunciar en voz alta, en junio del año 2022 y por primera vez, la propuesta de un «servicio social obligatorio» para los jóvenes alemanes, que en su opinión podría realizarse «tanto en el ejército como en el cuidado de personas mayores, instalaciones para discapacitados o refugios para personas sin hogar». Tanto el canciller Olaf Scholz como su ministro de Defensa son partidarios de reimplantar el servicio obligatorio y la Asociación de Reservistas de la Bundeswehr apoya la iniciativa.
Su presidente, Patrick Sensburg, considera que, «siendo realistas, se necesitaría una fuerza activa de 350.000 soldados y alrededor de 1,2 millones de reservistas para la defensa de la República Federal, pero en este momento Alemania no tiene ni siquiera 200.000 soldados y 30.000 reservistas que practiquen regularmente».
Y así es: durante la Guerra Fría, la Bundeswehr (las fuerzas armadas de la República Federal de Alemania) llegó a tener casi 450.000 hombres en armas con 12 divisiones en su Heer (Ejército de Tierra). Hoy sólo dispone de tres.
Además, EEUU tenía al V Cuerpo de Ejército norteamericano estacionado en Alemania, que llegó a tener más de 300.000 soldados después de la Segunda Guerra Mundial y unos 200.000 en el año 1990. Hoy, sólo son unos 35.000 soldados norteamericanos en suelo alemán. Y en la actualidad, la Bundeswehr es una fuerza de aproximadamente 180.000 soldados.
Pero no es la primera vez que en Alemania, se alzan voces para restaurar el servicio militar obligatorio. Ya hubo un tímido intento de la ministra de Defensa Annegret Karrenbauer (CDU) de hacer un servicio militar voluntario, complementario a las fuerzas armadas alemanas y dirigido a complementar la Heimatschutz (protección del territorio de la RFA).
Este nuevo servicio militar, en formato reducido y voluntario, se mantiene y es denominado de «defensa de la patria». Su objetivo es reforzar a las fuerzas armadas ante crisis puntuales, catástrofes naturales o medioambientales. El objetivo de ese servicio militar voluntario -al que se incorporarán un millar de jóvenes, en su primera promoción- es «complementar» a las fuerzas armadas en situaciones determinadas, siempre dentro del país, y no se contempla su participación en misiones internacionales.
El servicio se denomina «Un año para Alemania» y su instrucción consta de dos partes: una de adiestramiento y preparación (seis meses) y otra de también seis meses en guarnición cerca de su lugar de trabajo o vida. La idea es que los interesados se incorporen a este en un «año puente», entre el fin de la formación educativa y el inicio de la vida laboral.
Vemos que los esfuerzos aliados para prepararse al escenario más peligroso van lentos, inconexos, descoordinados o simplemente no van. Pero veamos ahora otros ejemplos de Ejércitos totalmente profesionales o Ejercito de SMO o mixto y saquemos algunas conclusiones, no para volver a un servicio militar obligatorio en España que, en mi opinión, sería un gran error, sino a un sistema complementario con un core (núcleo) mejorado de Fuerzas Armadas profesionales, más una potente y motivada reserva voluntaria.
Tenemos otros ejemplos muy buenos, y en los que nos podemos fijar como el de Israel, que desgraciadamente está de total actualidad. En la reciente agresión de Hamás a territorio judío y la posterior declaración de guerra, Israel movilizó en tiempo récord a sus efectivos, llamando a filas a aproximadamente 360.000 reservistas.
Un número histórico, que se suma a los 170.000 soldados activos con los que ya contaban. Además, al igual que la agresión rusa tuvo el efecto de refuerzo de la OTAN y su ampliación, la agresión terrorista de Hamás y la movilización general de la reserva, hizo olvidar las diferencias políticas en Israel y se produjo un efecto de unión de los ciudadanos israelíes ante la terrible amenaza.
En cuanto al servicio militar, Israel tiene un sistema de servicio militar universal, considerando la defensa de la nación judía como un deber colectivo. Exige, por tanto, que todos sus ciudadanos mayores de 18 años sirvan temporalmente en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Los hombres deben hacerlo durante un mínimo de 32 meses, mientras que las mujeres, un mínimo de 24 meses. Posteriormente se reciclan un mes al año, hasta los 45 años.
Es casi un compromiso de «vida militar útil», desde ese servicio militar obligatorio para pasar luego a la reserva, con periodos anuales de adiestramiento en sus unidades de origen. De esa forma, se produce una transición muy rápida del período de paz al llamamiento a filas, en tiempo de crisis. Como curiosidad, tiene unidades acorazadas formadas sólo por mujeres, que han desempeñado un gran papel en el momento inicial del ataque, salvando muchas vidas.
El caso sueco
Veamos el ejemplo de Suecia: las Fuerzas Armadas suecas están compuestas por 23.600 efectivos en activo, 12.000 de reserva militar y 24.000 de la Guardia Nacional aproximadamente. Tienen un servicio militar obligatorio y todos los ciudadanos están obligados a servir en la defensa total como recluta militar o en el servicio civil. Quienes se nieguen a prestar el servicio de defensa total pueden ser multados o encarcelados hasta un año.
Con la entrada de Suecia en la OTAN, después de las dificultades que puso Turquía, se completa junto con Finlandia un refuerzo en la zona báltica debido a las tensiones con fuerzas rusas en el Báltico, en el mar del Norte y en la zona ártica. Y con respecto a Francia, se habla de duplicar su reserva operativa, además de aumentar su gasto en Defensa.
Estas líneas no quieren ni pretenden ser un análisis pormenorizado de las Fuerzas Armadas de países cercanos o con nuestros valores, sino que sólo pretenden abrir un debate que con el tiempo estoy seguro que llegará. Y reitero que he vivido como joven oficial el Servicio Militar Obligatorio, pero no apoyo en absoluto su vuelta. Ganamos muchísimo con unos efectivos profesionales que mantienen perfectamente sus complejos sistemas de armas, que están adiestrados y que, según propuestas de diversos partidos políticos, de asociaciones profesionales de las FAS así como diversos artículos de prensa nacional, tienen unas retribuciones bajas en relación con el sacrificio que se les exige.
Apuesto por una Fuerzas Armadas profesionales aumentadas y mejoradas en personal y sistemas de armas, complementadas con una fuerte reserva voluntaria (distinta a la actual). Y me explicaré. Creo, sinceramente, que estamos ante lecciones para tiempos difíciles y debemos aprender de ellas. Tenemos unas Fuerzas Armadas profesionales reducidas y existe la necesidad de tener unas Fuerzas Armadas preparadas para cualquier contingencia. El futuro está plagado de incertidumbres y prever el futuro de la guerra es una tarea difícil, sobre todo porque la guerra está determinada por tendencias geopolíticas, sociales, tecnológicas, económicas, económicas, medioambientales y militares.
Todas las guerras son únicas y de unas se aprende lo que hacer, por el éxito y lo que no se debe hacer, por el fracaso. Ninguna predice perfectamente la siguiente. Lo que sí sabemos es que el entorno operacional va a ser inestable, con una necesidad de capacidades en todo el espectro del combate, que el próximo combate o guerra será una mezcla de lo convencional y de lo híbrido… y a saber de qué cosas más. Nos moveremos en el combate multidominio y ciertamente habrá desequilibrios entre nuestras fuerzas y las del adversario.
Y en una guerra convencional–híbrida, nuestro Ejército enfrentándose a una fuerte amenaza…, ¿cuánto tiempo duraría? ¿Qué reemplazos individuales y de unidades completas precisaríamos? La potencia de combate real no es ilimitada o ‘inmortal’. Tendremos que buscar la máxima eficiencia para poder operar con eficacia y preservar ese poder de combate. Nuestras Fuerzas Armadas estarían para un tiempo limitado de combate y, por ello, precisaremos de reservas numerosas y adiestradas. Necesitamos Disuasión con mayúsculas.
Ya nos lo decía Sun Tzu hace mucho tiempo: «La mejor victoria es vencer sin combatir». Será fundamental prepararnos y adiestrarnos… pero es preferible «ganar antes», evitando una guerra. Para ello deberíamos tener una fuerza profesional más una potente reserva voluntaria. Podemos aprovechar la imagen positiva de nuestras FAS, en un momento en el que muchas organizaciones e instituciones no gozan de un gran prestigio, y así atraer a jóvenes con buena captación, motivación y retribución, además de otros beneficios.
Lo más importante será mantener unas Fuerzas Armadas profesionales aumentadas en su número y calidad, como núcleo de nuestra defensa y/o acción exterior, más una reserva voluntaria realista, necesaria y preparada desde tiempo de paz, que sea de calidad y cantidad. Tenemos ejemplos en Europa, EEUU, Israel, etcétera. Y necesitamos aumentar su disponibilidad, pues esta reserva completaría, en cierto modo, las plantillas de nuestras unidades.
Esa reserva voluntaria (de cuatro a seis meses de formación básica y posterior integración por un corto periodo en su unidad de destino más un refresco anual de un mes y medio, por ejemplo) debe estar motivada, debe tener incentivos (tanto individuales como en las empresas donde trabajen los reservistas) no sólo morales, sino también pecuniarios. Y debemos, con pedagogía, «ir ganando terreno», logrando que ciudadanos de toda España se integren en ella. Con posterioridad y casi con toda seguridad, algunos (los más jóvenes) se integrarán en nuestras Fuerzas Armadas. Y eso dará cohesión no sólo a nuestras Fuerzas Armadas sino al conjunto de España.
Y, en una segunda prioridad, tampoco deberíamos desechar un Servicio social voluntario, en apoyo a servicios médicos, cuidado de mayores, servicios de apoyo a Protección civil, apoyo a guardas forestales, etcétera. Como dijo Kennedy: «No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país». Los valores militares no son propios de los militares… lo son de toda la sociedad. Quizás a los militares se nos pide una mayor diligencia y exigencia en el ejercicio de ellos. Y el concepto de servicio a España no es sólo de los que conformamos unas Fuerzas Armadas profesionales, sino que pueden realizarlo voluntariamente tanto en una potente reserva voluntaria como en un servicio social, una juventud que tal vez precisa agarrarse a unos valores. Quizás nos llevemos una sorpresa en su respuesta.
Estableciendo esta reserva voluntaria, totalmente diferente a la actual, que haga que nuestras Fuerzas Armadas aumenten en número y calidad, habremos conseguido mucho directa e indirectamente. Esta nueva reserva flexible y moderna, bien articulada en tiempo y forma, en sólo necesarios espacios de tiempo, que no machaque la vida de nuestros ciudadanos, sino que les haga ver que hay derechos y deberes, servirá también como caldo de cultivo de nuevas vocaciones militares, así como de cohesión de la sociedad en España.
Además, serán con el apoyo de su sociedad, de nuestro Ministerio de Defensa y de empresas y/o compañías, la mejor publicidad para lograr un conocimiento real de una vez para siempre de los que son y hacen «sus Fuerzas Armadas». Necesitamos pedagogía en nuestra sociedad, para que de una vez por todas sientan a sus Fuerzas Armadas como lo que son: suyas y en su Defensa y Seguridad.
Y además necesitamos una auténtica cultura de Defensa, que se acerque mucho más a los ciudadanos, a los jóvenes en los colegios y las universidades, que no sea tan institucional sino más normalizada, más cercana, más pedagógica. En fin, más real. Es de esperar que todo se realice convenientemente y que las decisiones presentes y futuras sean relevantes, para que comprendamos mejor el carácter evolutivo de la guerra futura y tengamos una Fuerzas Armadas consecuentes con ello.
Carlos de Antonio Alcázar es analista del Centro para el Bien Común Global de la Universidad Francisco de Vitoria.