Progresismo, Vandalismo e Hispanidad. Por José Crespo
«Resulta muy difícil comprender ese odio a Colón pero se entiende por el en brutal desconocimiento de la Historia de España y sobre todo de las Leyes de Indias»
Resulta muy difícil comprender ese odio a Colón pero se entiende por el brutal desconocimiento de la Historia de España y sobre todo de las Leyes de Indias y a su gran valedora, Isabel la Católica, y a cuyo amparo nacerían tras su muerte las Leyes de Indias consecuencia de las de Burgos y Valladolid, que no solo defendían los derechos de los nativos como súbditos en igual de condiciones que el resto de españoles sino que también combatían la desigualdad y la corrupción.
Estamos contemplando como se está santificando la figura de una persona procedente de los oscuros mundos de la delincuencia desgraciadamente fallecida por una mala práctica profesional ante la que cualquier ser humano requiere y exige justicia, pero de ahí a destrozar todo lo que se les ocurre hay una gran distancia.
A caballo de la perversión de la palabra y los conceptos se encuentran las ideología que se auto denominan con total desfachatez ‘progresistas’, que nos quieren retrotraer a situaciones de fracaso, corrupción y pobreza bajo ideologías responsables de decenas de millones de crímenes y de sumir en la indigencia a todas aquellas naciones que gobiernan.
Siempre hay personas lúcidas como Ravines que hablan claro tras el desengaño de la gran estafa del comunismo.
Se ataca a la Hispanidad y en los EEUU se echa tierra sobre el Columbus Day, mal catalogado como italiano, cuando era almirante castellano y como tal actuó.
Ese progresismo asume a pies juntillas la leyenda negra contra España, en la línea del dictador Chávez quien fue el primero en derribar la estatua de Cristóbal Colón en Caracas bajo el absoluto desconocimiento de la revolución que supuso el mestizaje inherente al concepto de Hispanidad.
«Hemos visto cómo se profanan las esculturas de Colón y en estos días incluso la de Ponce de León en Florida creando una “nueva normalidad” en la que todo vale»
Hemos visto cómo se profanan las esculturas de Colón y en estos días incluso la de Ponce de León en Florida creando una “nueva normalidad” en la que todo vale para atacar la Historia y las tradiciones.
Colón nada tiene que ver con la esclavitud africana y menos con ningún genocidio, tomemos como ejemplo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna alabada por Humbolt y Jenner como la primera expedición humanitaria de la Historia, liderada material, económica y espiritualmente por la Corona Española y comparémosla por un momento con los hechos acaecidos en Norteamérica como consecuencia de la Guerra de Pontiac, uno de los primeros casos de guerra biológica sucedidos a caballo entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, sin olvidar el trato anglosajón a los nativos australianos.
El 1 de agosto de 1498, el Almirante Cristobal Colon avistó por primera vez el continente americano en las actuales llamadas islas Bahamas creyendo que alcanzaba la India. El tercer viaje de Colón a las Indias comenzó en Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498, casi seis años después de haber arribado al archipiélago de las Antillas, con una flota formada por seis carabelas y más de 200 hombres entre los que viajaba un conocido fraile, Bartolomé de las Casas.
La estatua de Cristóbal Colón, una de tantas, situada en la ciudad de Boston ha amanecido este miércoles 9 de junio decapitada después de una nueva jornada de protestas contra el racismo en defensa de la memoria de un tal Floyd, muerto como ya hemos dicho a manos de unos policías incompetentes. Y no es la única efigie del descubridor de América que ha sido atacada. La estatua llevaba en la ciudad desde 1927 y fue erigida por iniciativa de la comunidad italoamericana.
«En el estado cercano de Virginia, un grupo de manifestantes ha derribado, incendiado y arrojado a un lago otra estatua del navegante que está situada en el parque Byrd en la ciudad de Richmond»
En el estado cercano de Virginia, un grupo de manifestantes ha derribado, incendiado y arrojado a un lago otra estatua del navegante que está situada en el parque Byrd en la ciudad de Richmond. Ya en California, al otro lado del continente, había pasado lo mismo con otra estatua y donde maestros ‘progresistas’ el año pasado y en determinados centros educativos decidieron ‘celebrar’ el 12 de octubre vistiendo a los niños pequeños, la mitad de franciscanos y la mitad de indios, persiguiendo los primeros a los segundos con unas cuerdas terminadas en nudos con las que a modo de látigos atacaban a los nativos para recordar el genocidio que proclaman esos progresistas. Poco le falta a San Fray Junípero Serra para acabar en algún pozo de brea californiano y elevar en sustitución la efigie de algún ciudadano ejemplar de la comunidad gay.
No sé si el General Robert Lee que tiene estatuas y monumentos serán descabezados pues era jefe del ejército confederado que defendía la esclavitud. Colon jamás piso territorio continental de América del Norte, en cambio los ingleses fueron los que llevaron a los indios de Norteamérica al casi total exterminio y después llevaron a los esclavos africanos además de esclavos blancos procedentes de Irlanda y Escocia tratados aún peor que los de raza negra.
El ataque a Colón, que oculta un ataque a la Hispanidad y a todo lo que se relacione con la obra de España, en una manifestación de racismo a los afroamericanos le coloca en un lugar que no le corresponde. Esa corriente que se ha adueñado del concepto de progreso y que se cree y se hace llamar ‘progresista’ como parte de una rancia izquierda que politiza y ataca la figura de Colon de manera enfermiza.
Colón, Ponce de León, Pedro Menéndez de Avilés y hombres santos como el intachable Junípero fueron navegantes, exploradores, colonizadores y evangelizadores que vivieron en épocas y circunstancias muy diferentes a las actuales. Colon murió pobre y sus restos cambiaron de tumba en tumba e igual le pasó a Ponce y a pedro Menéndez.
«Todos los virreyes y adelantados sufrieron ‘juicios de residencia’ al amparo de las leyes tras terminar sus mandatos»
Todos los virreyes y adelantados sufrieron ‘juicios de residencia’ al amparo de las leyes tras terminar sus mandatos y esos juicios fueron implacables, falleciendo algunos sin encontrar la reparación.
Se calcula que entre 1501 y 1641 llegaron a América unos 620 000 africanos. El tráfico masivo no llegó sin embargo hasta el siglo XVIII, principalmente a manos de ingleses y franceses, que transportaron más de 5.500.000 seres humanos principalmente a sus posesiones azucareras en el Caribe como mano de obra.
Aunque el tráfico de esclavos en el Atlántico se encontraba prohibido desde 1808, la trata de esclavos interna continuó y la población esclava pudo haber crecido unos 4 millones antes de la definitiva abolición.
» La esclavitud ya se había practicado en la Norteamérica británica desde los tempranos tiempos coloniales y fue reconocida por las Trece Colonias en el momento de la Declaración de Independencia de 1776″
La esclavitud en los Estados Unidos existió en los siglos XVIII y XIX. La esclavitud ya se había practicado en la Norteamérica británica desde los tempranos tiempos coloniales y fue reconocida por las Trece Colonias en el momento de la Declaración de Independencia de 1776. Después de la Guerra de la Revolución las leyes abolicionistas proliferaron en los Estados del norte, aunque la rápida expansión de la industria del algodón desde el 1800 dejó a los Estados del sur fuertemente identificados con la esclavitud e intentaban extenderla a los nuevos territorios del Oeste. Los Estados Unidos se polarizaron entre los Estados esclavistas y los Estados libres, a lo largo de la Línea Mason-Dixon, que separaba Maryland (esclavista) de Pensilvania (libre).
Hombres como el presidente Andrew Jackson (1829-1837) fue dueño de cientos de esclavos que trabajaban en su hacienda conocida como «Hermitage Plantation».
Samuel Johnson (1709-1784), una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra, poeta, ensayista, biógrafo, lexicógrafo, considerado por muchos como el mejor crítico literario en idioma inglés, era poseedor de un gran talento y de una prosa con un estilo inigualable y se preguntaba: «¿Será posible que quienes más fuerte ladran en defensa de la libertad sean traficantes de esclavos?».
Con el mismo tono escribía su colega Thomas Day (1748-1789), autor británico y abolicionista afirmaba en 1776: «Si hay algo verdaderamente ridículo en este mundo es ver a un patriota americano firmar resoluciones independentistas con una mano y, con la otra, blandir el látigo contra sus atemorizados esclavos». Refiriéndose al comportamiento de Jefferson y compañía por no vivir según sus más altos ideales. Pero si eso es todo lo que hace falta para ser declarado culpable de hipocresía, ¿cuántos de nosotros nos iríamos de rositas? Sin duda, lo más notable de Jefferson (1801-1809) tercer presidente y padre fundador fue propietario de esclavos y emitió un franco reconocimiento de que la esclavitud era un mal pues en sus Notes on the State of Virginia escribió que la posesión de esclavos era «el despotismo más duradero», un escándalo «destinado a despertar la ira divina». Y añadió: «Me echo a temblar por mi país cuando pienso que Dios es justo, que su justicia no puede seguir dormida para siempre» quizá empujado por su prole de mulatos habidos con Sarah «Sally» Hemings quien le dio seis hijos.
Mucho antes, en 1503, Isabel la Católica prescribe de forma cristalina al gobernador Ovando de Cuba que «haga en las poblaciones donde él viera que fuera más necesario casa para hospitales en que se acojan y curen los pobres, así de los cristianos como de los indios».
Vandalismo en Miami
«Estas corrientes de revisionismo de la historia sobre la colonización española en Hispanoamérica, lo que los progres llaman Latinoamérica término nacido bajo el aliento francés antiespañol»
Estas corrientes de revisionismo de la historia sobre la colonización española en Hispanoamérica, lo que los progres llaman Latinoamérica término nacido bajo el aliento francés antiespañol, olvida que hoy existen pueblos con sentimientos de nacionalidad, con un idioma común y culturas en una fusión de razas ocurrida desde hace, y nada menos, que 500 años.
Gran parte de la población de los países hispanoamericanos, ‘latinoamericanos’ para las fuerzas ‘progres’, comparten antepasados no sólo indígenas, sino también europeos y africanos, en diversos grados. Todo el mundo reconoce que las enfermedades acabaron con muchos pero ni mucho menos fue un exterminio premeditado como el sucedido en Norteamérica, muchos murieron por las enfermedades llegadas con los europeos pero nada que ver con las medidas adoptadas por el general en jefe Jeffery Amherst quien planeó y acordó, en la llamada guerra de Pontiac, con el coronel Henry Bouquet la idea de infectar a los indios que cercaban Fort Pitt en el verano de 1763 con mantas contaminadas de viruela para «acabar con esa raza execrable». La minería también fue causa de muertes pero no solo para los nativos, recordemos que las Leyes de Indias regularon la jornada de ocho horas y el descanso dominical mucho antes de que existiera la OIT.
Finalmente españoles, nativos y negros se fundieron conformando lo que José Vasconcelos Calderón llamó en su ensayo de 1925 “La Raza Cósmica”.
En el civilizado siglo XIX se produjeron represiones raciales por los gobiernos nacionales ya independizados de España en países como México, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y otros, y se extendió en algunos casos a lo largo de todo el siglo XIX e inclusive en el ya moderno siglo XX, y no vemos descabezar las estatuas de los ex Presidentes que lideraban esos jóvenes países.
El continente americano entró en contacto con Europa a través de las Flotas de Indias y del Galeón de Manila que alcanzó Asia, y que supuso la globalización de la economía mundial con un intercambio de productos agrícolas que revolucionó los cultivos en todos los continentes, aumentó la productividad de las tierras y enriqueció la dieta de amplios sectores de la población.
«Resultan ridículos estos bandazos liderados por el «progresismo» donde se juzgan a los antiguos por leyes del siglo XXI: Vandalismo e Hispanidad»
Resultan ridículos estos bandazos liderados por el ‘progresismo’ donde se juzgan a los antiguos por leyes del siglo XXI. Ciertamente culpar a Colón de racista se ha convertido en moda, ‘trending topic’ como se suele decir, pero los anglosajones que fomentan ese odio irracional se olvidan de que ellos y sus descendientes, nacidos en América del Norte no dejaron muchos indios vivos ni una familia mestiza, algo que sí existe, haciendo justicia parcialmente en este tema a nuestros vecinos y en su presencia en Canadá donde existe una gran comunidad de ‘métis’.
Puestos a navegar en esta tonante tempestad ya que le damos una de cal a Francia podríamos darle otra de arena exigiendo que pidiera perdón por el comportamiento de los soldados de Napoleón cuando invadieron España arrasando y robando el patrimonio cultural, cuando no destrozándolo, o los que venían como aliados, los ingleses, que se encargaron de asolar la industria textil salmantina o las fábricas de cristal y loza para que no pudieran reponerse y competir con la inglesa, antes de saltar el océano para esclavizar económicamente a las nuevas repúblicas nacientes de los virreinatos españoles.