Entrevista a Juan Miguel Zunzunegui, historiador
Juan Miguel Zunzunegui conversa con El Debate antes de presentar en Madrid su último libro, ‘Al día siguiente de la conquista’, donde desmonta los mitos negro legendarios de Cortés y ensalza la civilización construida en México y América tras la conquista
El historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui presenta en Madrid su último libro, Al día siguiente de la conquista (La Esfera de los Libros), donde plantea que con la conquista de México por parte de Cortés terminó el aislamiento en América y nació una nueva civilización fruto de la fusión de dos mundos.
En una conversación con El Debate, explica que el imperio azteca lo derribaron los pueblos indios, sometidos a la opresión por parte de los aztecas, en alianza con los españoles de Cortés.
–¿Qué ocurrió al día siguiente de la conquista de México?
Yo empiezo casi todas mis presentaciones en México con una pregunta muy simple. Le pregunto a la gente: ¿Les gusta México? Todos me dicen que sí, obviamente. Luego les pregunto: ¿Qué les gusta de México? Siempre me dicen, antes que cualquier otra cosa, la comida. Y después, «nos gusta nuestras danzas, nuestro folclore, nuestra música, nuestro mariachi, nuestros charros y la charrería. Y nos gusta el tequila y el mezcal. Nos gusta nuestras catedrales y nuestros pueblos y nuestros acueductos. Y nos gusta el barroco y el neoclásico…».

Cubierta del libro ‘Al día siguiente de la conquista’La Esfera de los Libros
Y les digo: «Bueno, el tema es que todo lo que les gusta de México es de 1521 (año de la conquista de México por Cortés) para acá». Todo lo que a los mexicanos les gusta de México se empezó a construir después de la caída de Tenochtitlán y no lo construyeron los españoles, lo construyeron los indios, que es lo que nadie quiere entender.
Imagínate: llega Hernán Cortés con 400 hombres, y con 400 hombres toma Tenochtitlán. ¡Eso es ridículo! Sobre todo, si te cuentan que Tenochtitlán era la gran capital de un gran imperio poderosísimo. Pensar que un imperio así cae ante 400 personas es absurdo.
La realidad es que la ciudad cae ante 100.000 guerreros y de esos 100.000 guerreros, prácticamente todos, más de 99.000, son indios, son tlaxcaltecas, cholutecas, chichimecas, chalcas, totonacas…, que todos son aliados de Hernán Cortés.
Habrá que preguntarse por qué todos se alían con Hernán Cortés, por qué todos son enemigos de los mexicas, por qué todos odian a los mexicas, por qué el enemigo de todos, el gran opresor, son los mexicas.
Hernán Cortés firma alianzas con estos pueblos y al día siguiente de caer Tenochtitlán empiezan la reconstrucción de Tenochtitlán de inmediato, que se convertirá en la ciudad de México. De inmediato empieza la construcción de casas, de caminos, de puentes… Para 1531, apenas diez años después de la conquista, ya está la ciudad de México, la ciudad de Querétaro, la ciudad de Tlaxcala, la ciudad de Puebla…
Y en cada una de ellas se está construyendo una catedral, se están haciendo acueductos, se está haciendo una red de conventos alrededor de los volcanes del centro de México… Es decir, se empieza a construir. No es un tema de «llegamos, los conquistamos a ustedes y ahora nos llevamos sus recursos». Es gente que llegó a quedarse a vivir ahí y empezaron a construir todo lo que a los mexicanos nos gusta de México.
–La conquista de México ¿fue más una obra de españoles o una obra de los propios mexicanos?
–Fue un poco una obra de los dos, claro. La premisa del libro, aunque el título diga «al día siguiente de la conquista», es que no hay conquista de México. México es lo que es hoy, y el México de hoy, de entrada, es un México donde el 94 % somos hispanohablantes natales. O sea, nuestra lengua natal es el español y el 90 % de los mexicanos son católicos.
Si lo juntas, pues tenemos que el 90 % de los mexicanos son católicos hispanohablantes y que, sin embargo, estamos educados para despreciar el proceso que nos hizo ser católicos hispanohablantes. Es tremendo.
El México de hoy es católico, es hispanohablante, pero es profundamente mestizo. No es una réplica de España, es lo bonito de toda América, es España mezclándose con los diferentes pueblos indios de América, mezcla que va generando diferentes versiones de España, todas ellas con un mestizaje diferente.
Fíjate qué interesante: lo primero que empiezan a hacer los españoles en América es construir ciudades. Pero ¿quién construye esas ciudades? Cuando Cortés llega los españoles son 400. Para cuando Cortés toma Tenochtitlán en 1521 españoles hay mil. Para 1531 hay menos de 10.000 españoles viviendo en Nueva España.
La religión de los mexicas implicaba el sacrificio humano y el canibalismo ritual
Menos de 10.000 españoles coexistiendo con 10 millones de indios. ¿Quién está construyendo todo? ¿10.000 españoles o 10 millones de indios? Entonces, cuando te dicen: «Es que los españoles construyeron sus templos encima de las pirámides». ¡No! Los pueblos indios construyeron sus nuevos templos encima de las pirámides.
«Es que hubo una conquista espiritual». ¡No! Es que la religión de los mexicas era una imposición sobre todos los demás pueblos que implicaba el sacrificio humano y el canibalismo ritual. Tal vez por eso dejaron con tanta facilidad la religión de los mexicas.
Y después de 1821(con la independencia de México) nadie –ya quedamos libres– volvió a los amorosos brazos de Huitzilopochtli.
Entonces, ¿quién construye esas ciudades? Es cierto, llegan los frailes españoles –que los frailes de entonces eran ingenieros, arquitectos, constructores, matemáticos, cosmografía, cartógrafos…– que hacen de guía, pero quien construye son los pueblos indios.
¿Y qué construyen? En el siglo XVI ya pasaron por Europa todas las corrientes arquitectónicas, y eso lo llevan a México. Por eso ves un convento en México y es una maravilla porque tienes una nave románica con una portada herreriana o plateresca, con un rosetón gótico flamígero… En el interior, al fondo, tienes un retablo barroco y en los laterales tienes pequeños retablos neoclásicos. Y en todos estos conventos tienes frescos. Es una maravilla. Es una barbaridad.
–Todo esto nos lleva a la gran polémica. ¿Debe España pedir perdón a México por la conquista, como insiste la presidenta mexicana?
–Claro, y mi padre debe pedirme perdón a mí por darme la vida (nótese el sarcasmo). Es básicamente eso. Otra vez: el único México que existe es el de hoy, y el de hoy es un México mestizo, es hispano, es católico, es barroco, es neoclásico.
España tendría que disculparse de todo eso. Es decir, España tendría que disculparse de construirse en ciudades. España tendría que disculparse de hacer acueductos. España tendría que disculparse de hacer hospitales. España tendría que disculparse de hacer universidades. España tendría que disculparse por llevarnos arte barroco y neoclásico. España tendría que disculparse por hacer que México sea exactamente como es.
Que España pida disculpas por eso a lo que llamamos conquista sería como que España pida disculpas por el hecho de que México exista
Que España pida disculpas por eso a lo que llamamos conquista sería como que España pida disculpas por el hecho de que México exista. Lo que hay que entender es que, de parte del gobierno mexicano, de éste y de todos, lo que hay es un tema ideológico. Lo que hay es una búsqueda de conflicto. Lo que hay es una teoría marxista del conflicto, donde toda nuestra historia tiene que estar basada en la violencia.
Y, lo más importante, México se está cayendo a pedazos y no lo está tirando a pedazos España. Se está cayendo a pedazos por la violencia, por la corrupción, por el narcotráfico, por un pésimo gobierno. Y mientras, claro, hay que distraer a la gente con que todo se va a arreglar si el Rey de España pide disculpas. Es absurdo.
–¿Es la Hispanidad el futuro de las naciones hispanas, incluida España?
–Yo creo que sí, porque somos 550 millones de individuos que hablamos español. Es que ya nada más con eso… A mí me impresiona ver cómo en Europa se las ingeniaron para armar un bloque que, por otro lado, siento que se está derrumbando un poco.
Pero al principio se encontró con 15 naciones diferentes, con diferentes lenguas, con diferentes formas de entender su cristianismo, con diferentes visiones… En Europa tienes a muchos países que tienen cosas muy distintas, pero que también tienen cosas en común.

Zunzunegui durante la entrevista Victoria Weil
¿Cómo se formó la Unión Europea? ¿Concentrándose en aquello en lo que son distintos? ¡No! La Unión Europea se puede formar si se concentran en aquello en lo que son similares.
Bueno, pues 550 millones de individuos lo tenemos más fácil que Europa porque ya hablamos español, ya es una cultura católica, aunque uno como individuo no lo sea, pero la cultura sí que lo es…
Tú ya tienes la lengua española, ya tienes la tradición católica, ya tienes esa cosmovisión, ese arte, esa visión, esa estética, esa tradición, esa cultura, esa historia… Lo tenemos más fácil que Europa para hacer una unión, pero esa unión sería tan poderosa que para muchos es mejor que no exista.
Lo que hace hermanos a todos los países de la América hispana es la Hispanidad, es el español, es la religión, es la tradición, es la historia
Es entonces cuando salen los discursos que invitan a no concentrarse en aquello en lo que somos similares, que es casi todo: «Vamos a concentrarnos en aquello que nos provoque diferencias».
En la América hispana nos encanta siempre estar diciendo que somos hermanos: «Los hermanos hispanoamericanos». Y luego salen todos los movimientos indigenistas.
El tema es: lo que hace hermanos a todos los países de la América hispana es la Hispanidad, es el español, es la religión, es la tradición, es la historia.
Estos indigenismos solo son para fragmentar más. Eso es indigenismo nunca salen de pueblos indígenas. Siempre salen de ideólogos blancos, urbanos, clasemedieros. Y eso habría que cuestionarlo muchísimo.
La civilización que construyeron juntos los pueblos indios de América y los españoles sigue estando ahí con todo aquello que nos puede catapultar al futuro
Si entendiéramos lo que tenemos en común… No se trata, de reunificar el imperio español. Eso no existe, eso cayó, y si el Imperio cayó es porque fracasó. Si no hubiera fracasado, no hubiera caído. Pero claro, fracasó en el siglo XIX, cuando cae. Eso no quiere decir que haya sido fracasado desde el XVI. Si existió 300 años, quiere decir que fue exitoso por 300 años. Y en 300 años tuvimos lengua común, religión común, historia común, moneda común y globalización encabezada por nosotros.
Ese potencial sigue estando ahí. La propia España creo que siempre vive en esta contradicción de querer ser europeos, y lo son, por supuesto, pero con una Unión Europea que, por lo menos desde México, se ve que ningunea mucho España.
España es una civilización por sí misma. España es una civilización en sí misma que tiene mucho que ver con Europa, que hizo que naciera la cristiandad europea, en gran medida, pero que también es muy distinta a Europa.
España generó su propia civilización en otro continente. Y esa civilización, que construyeron juntos los pueblos indios de América y los españoles, sigue estando ahí con todas sus virtudes y con todos sus defectos, pero sigue estando ahí, con todo aquello que nos puede catapultar al futuro.
Que la América hispana y España vivan fragmentados es algo que le conviene a Europa, a Estados Unidos, a los franceses, a los británicos, pero desde luego no a los hispanohablantes.
–Desde el Ministerio de Cultura español se habla mucho de descolonización. ¿Cómo lo ve?
–Mira, si el ministro de Cultura quiere descolonizar, que deje de comer tortilla de patatas (las patatas las trajeron los españoles desde América). Y adiós también pan con tomate (el tomate también llegó de América tras la conquista).
Y lo pongo más fuerte: ¿Hay que descolonizar? Perfecto, empecemos por derrumbar Madrid, porque Madrid era una aldea árabe, no era la capital de España, que era Toledo.
La Madrid que tenemos hoy es obra de Felipe II. Felipe II quiso hacer una capital imperial porque ya tenía claro que era un imperio. La capital imperial, que es Madrid, sí que se hizo con recursos americanos, igual que las capitales de allá (de México), por supuesto. Entonces, ¿hay que descolonizar? Perfecto. En España prohibimos la tortilla de patatas, prohibimos el pan con tomate y dinamitamos Madrid.
¿Y en México? Pues nos tenemos que poner a desmontar todas las catedrales. Tenemos que prohibir a los charros, a la charrería, al mariachi… Tenemos que prohibir el idioma español y entonces poner al 94 % de mexicanos a aprender náhuatl. ¡Es la idea más absurda!
La historia es lo que es y no la puedes cambiar. Lo que somos hoy es resultado de ese pasado. Ese discurso de descolonización, que tiene todo el tinte del buenismo progresista de la cultura woke, es un discurso de odio contra nosotros mismos. ¿Por qué no contarnos una historia de la que podamos estar orgullosos?
Hernán Cortés es el hombre sin el cual México no existiría
Muchos países, muchos pueblos, tienen que mentir para poder sentir orgullo de su historia. Nosotros, los hispanohablantes, no tenemos que mentir. De hecho, lo que tenemos que hacer es contar la verdad. Y descolonizar es la mentira más grande de toda esta historia.
Todos los mexicanos que no nos dejamos lavar el cerebro por las doctrinas sabemos que, dado que hablamos español, tenemos que ver con España. Sabemos que tenemos lazos de hermandad con España y sabemos que España no nos robó nada nunca.
Ante la frase que ahora se hizo popular con este gobierno en México de «dónde está el oro que nos robaron los españoles». La respuesta es en cien ciudades, en catedrales, en acueductos, en universidades, en colegios, en hospitales…
Construimos una cosa muy hermosa juntos y es una pena que se quiera politizar, que se quiera ideologizar. Es una pena que se convierta en izquierdas y en derechas, porque entonces si defiendes tu hispanidad, eres de derecha, y si eres de izquierdas, tienes sí o sí que despreciar lo que eres. No se me ocurre cosa más estúpida que despreciar lo que eres.
–¿Qué opina del ataque el pasado 12 de octubre por parte de activistas contra el cuadro de la llegada de Colón a América en el Museo Naval de Madrid?
– De entrada, es un vandalismo, lo primero. Lo segundo es que, con estos pretextos del progresismo, el buenismo…, lo que quieren es destruir, es un tema de vandalismo. Son personas que, a falta de poder ser creativas, constructivas, la única alternativa que tienen es destruir.
En México sucede lo mismo cuando arrojaban piedras a la estatua de Cristóbal Colón. Ahora ya no pueden, porque ya no está la estatua. Pero lo que pasó en Madrid, es lo mismo. Suena más difícil entenderlo en España, pero es lo mismo y va de la mano de lo que comentábamos antes del ministro de Cultural: de acuerdo, arroja la pintura al cuadro de Colón, pero renuncia a todo lo que América te trajo, y lo mismo en México: renuncia al español, a las catedrales, a los mariachis… Es el absurdo: Esto solo puede venir o de gente muy ignorante o de gente muy perversa.
–¿Quién fue Hernán Cortés para México?
–Hernán Cortés es el padre de la patria. No te van a decir eso todos los mexicanos, pero Hernán Cortés es el padre de la patria porque Hernán Cortés es el hombre sin el cual México no existiría.
Ahora, yéndonos más a profundidad, uno de mis libros más exitosos en México y probablemente mi libro favorito, de los míos, es mi libro sobre Hernán Cortés, Hernán Cortés. Encuentro y conquista (Grijalbo), busca contarte bien la historia de Hernán Cortés.
Fíjate qué terrible historia nos contamos en México. En México decimos: «aquí ya existíamos», lo cual no es cierto, «y ya éramos perfectos», lo cual tampoco es cierto. Y los mexicas, y los toltecas y todas las culturas que había aquí ya eran perfectas, lo cual no es cierto. Eran culturas de la Edad de Piedra. Eran culturas de piedra y palo porque América fue un continente que se quedó aislado del resto del mundo y, por lo tanto, su evolución fue mucho más lenta.
Y luego nos contamos la historia en la que esas culturas, que ya eran perfectas, fueron conquistadas, y así nos lo decimos, por 400 buenos para nada, inútiles, medievales y oscurantistas españoles.
Y tú te dice: «¿De verdad?». «¿Me estás diciendo que 400 barbajanes, ignorantes, buenos para nada nos conquistaron?».
Y todavía Diego Rivera, nuestro muralista más famoso, dice que Hernán Cortés era deforme, jorobado, sifilítico y contrahecho. Y dices «vale, ¿y aún así nos conquistó? Imagina que hubiera llegado sano».
Nos contamos una historia ridícula en la que pensamos que tirarle tierra a Hernán Cortés y a España nos hace más patriotas.
Hernán Cortés, además, no solo no era deforme, jorobado, sifilítico y contrahecho, sino que estamos hablando de un hombre noble, ilustrado, que fue a la universidad, era latinista, bachiller en leyes, que firmó pactos y alianzas de paz con todos los pueblos indios de Mesoamérica, que intentó hacerlo también con los mexicas…
Hay que recordar que Cortés se encontró en un contexto donde había muchos pueblos, no una nación, y donde uno de esos pueblos, los mexica, tenían sometidos a todos los demás pueblos desde 100 años antes de que llegara Hernán Cortés.
Y la base de aquel sometimiento era el sacrificio humano y el canibalismo ritual. Cuando llega Hernán Cortés, los mexicas estaban sacando 20.000 corazones al año. Sacrificaban a diario.
¿En qué momento concibes que los que los que sacan 20.000 corazones al año son los buenos y los que acaban con esa barbarie son los malos? Cortés es el hombre que acaba con el sacrificio humano, acaba con el canibalismo ritual, logra unir y aliar a pueblos que llevaban siglos siendo enemigos. Logra darles algo en común, que fue el cristianismo.
En el siglo XVI la gente actuaba por fe, y lo que tuvieron en común todos los pueblos indios fue el cristianismo. Y con base en eso, todos juntos empezaron a construir un país que antes jamás hubieran construido. México no existiría sin Hernán Cortés.
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