Isabel de Portugal, nacida en 1428, no solo fue una reina consorte de Castilla, sino una figura crucial en la historia de la península ibérica. Su matrimonio con Juan II de Castilla en 1447 la unió a uno de los reinos más poderosos de la época, pero su vida no se limitó a ser la sombra de su esposo.
Isabel era una mujer inteligente, culta y con un fuerte carácter. Se convirtió en una importante consejera de Juan II, participando en decisiones políticas y diplomáticas. Tras la muerte del rey en 1454, Isabel se dedicó a la crianza de su hija, la futura reina Isabel la Católica.
Su papel como madre fue fundamental en la formación de la futura reina. Le inculcó valores como la justicia, la piedad y la responsabilidad. También le brindó una educación esmerada, preparándola para el importante rol que le aguardaba.
Isabel de Portugal no solo fue una madre ejemplar, sino también una figura clave en la unidad de España.
Isabel falleció en 1496, dejando un legado de sabiduría, tenacidad y compromiso. Su influencia en la historia de España es innegable, y su figura sigue siendo una fuente de inspiración para las mujeres de todo el mundo.
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