Se necesitan puntos filipinos. Por Gral. Salvador Fontenla

 

 

El DRAE define punto, en su acepción 14, como “sitio” y “lugar”. Las posiciones y puestos militares españoles en Las Filipinas eran, en muchos casos, simples puntos en el mapa del archipiélago y muy alejados unos de otros y de Manila. Esos puntos contaban con muy pocos recursos y estaban, durante meses, totalmente incomunicados.

Forzosamente los jefes de esos puntos tenían que resolver, sobre la marcha, los problemas imprevistos que surgieran y tomar la iniciativa, sin tener órdenes ni instrucciones específicas al respecto. Esas circunstancias dieron un estilo peculiar de mando de jefes resolutivos, con imaginación, dinámicos, determinación y, a veces, con procedimientos no ortodoxos en situaciones heterodoxas. Estos jefes eran conocidos, por extensión, como “puntos filipinos.

La RAE recoge la expresión de “punto filipino” sólo en la excepción de “pícaro, persona poco escrupulosa y desvergonzada”. Pero, en realidad es una derivada del concepto militar inicial. Aunque, las liberalidades sociales que se daban en las zonas tropicales de Ultramar no eran, ni mucho menos, exclusivas, de Las Filipinas, ni de los destacamentos o puntos destacados.

Pondremos algunos pocos ejemplos de “puntos filipinos” en ese contexto militar:

  • Los últimos de Filipinas que, sin conocimiento de la situación general y próxima, resistieron durante un año un cerco absoluto.
  • El laureado comandante Fortea, gobernador de la isla Batanes, a 380 km de Manila, que en septiembre de 1898 fue atacado por una fuerza de desembarco rebelde y de la propia guarnición indígena que se unió a los insurrectos. Tuvo que defender la casa de gobierno, contando sólo su familia, hasta que fue abatido.

La iniciativa está asociada a nuestra gloriosa historia militar, a ella le debemos la reconquista de Córdoba por los almogávares (1236), las conquistas de Méjico (1519 – 1521) y Perú (1533), el éxito del desembarco de Alhucemas (1925), etc.

El Sahara.

La extensión del desierto del entonces Sahara español también obligó a establecer pequeños destacamentos y patrullas, que provocaron la última oportunidad de la existencia de “puntos filipinos” españoles, desde la óptica militar.

Las patrullas de entidad sección, sobre todo de Infantería, sólo enlazaban con sus bases, por radio y mediante una antena de hilo, una vez al día y a una hora determinada, para dar novedades.

La decisión.

La tradicional doctrina y cultura militar española remarcan que una de las principales cualidades de un jefe es el amor a la responsabilidad, para tomar decisiones oportunas en el tiempo.  Así lo expresa el art. IX del Decálogo del Cadete: “Tener amor a la responsabilidad y decisión para resolver”, redactado por el primer director de la Academia General Militar, en el año 1928, y con el que, desde entonces, se forman los mandos del Ejército.

El autor del citado decálogo dio ejemplar dando la orden de desembarcar en la bahía de Alhucemas, cuando el jefe de la operación, mal informado de la verdadera situación táctica de su vanguardia, había dado la orden de retirada.

Antiguas normativas aconsejaban que los nuevos oficiales fueran destinados lejos de sus respectivas planas mayores, para que estimularan su iniciativa.

La situación actual

Entre los muchos cometidos en los ejércitos, el más importante es el ejercicio del mando a todos los niveles. El sistema actual de mando y control dificultan la iniciativa y la flexibilidad en la toma de decisiones, a causa de tres motivos principales:

  • Funde y confunde los niveles estratégico, operacional y táctico.
  • Provoca la falta de unidad de mando con el Ejército “sistémico”, definido como un complejo conjunto de sistemas funcionales (SIMACON, SIPRE, SIPE, SIGEN, SALE. SAE, SAT SICOM y SIAEN), como si las unidades militares no lo fueran. Lo único que ha conseguido, aparte de promocionar a sus impulsores, es un ejército diluido, diversificado y con la jerarquía de mando desestructurada.
  • La política de personal prima la igualdad de oportunidades para la promoción personal sobre la eficacia de las unidades militares, sobre todo las de combate.

El sistema de mando y control.

Los medios actuales de transmisiones facilitan que el nivel táctico pueda estar controlado y mediatizado por el nivel estratégico.

Es conocido el caso de la embarcación pirata en el Índico, cuyo jefe táctico pidió permiso para abrir fuego. Los permisos se siguieron solicitando por los sucesivos escalones de mando, hasta el ministerio, sin que ninguno se atreviera a tomar la decisión. No hizo falta que se tomara, porque antes los piratas tuvieron tiempo de ponerse fuera del alcance del tirador.

Hace poco se ha publicado el caso de una sección española en Afganistán, en el año 2010, que también solicitó permiso para abrir fuego ante la inminente amenaza de una agresión armada, y se le denegó. Seguramente valorando más la asunción de responsabilidades, a nivel político, que la seguridad táctica y de las tropas propias. La agresión armada se produjo con gran violencia, dejando la libertad de acción al enemigo (principio fundamental del arte de la guerra). Seguramente hubiera sido más recomendable abrir fuego y después justificarlo.

Lo mismo podemos decir de la estructura de la toma de decisiones, em el caso de las recientes inundaciones de Valencia, a causa de la gota fría. Dónde ha imperado la inacción ante la falta de órdenes:

  • El sistema de la toma de decisiones se ha demostrado totalmente ineficaz: burocratizado y muy lento. Nadie se atrevió a tomar ninguna iniciativa, a pesar del daño inminente a personas y bienes nacionales. Es actualmente una actitud impensable como las de los capitanes Daoiz y Velarde del Dos de Mayo de 1808.
  • En caso de una agresión exterior a una autonomía, según la nueva política fáctica de seguridad nacional, no se podría intervenir militarmente hasta que el presidente de dicha autonomía no lo solicitara.
  • Si esta situación se ha dado ante un adversario natural, sería fatal ante un enemigo decidido y agresivo. En el supuesto que nos atacara Andorra, mientras la cadena de mando trasmite la orden de respuesta y se abastecen, el atacante habría llegado a Covadonga. No digamos nada, ante un ataque por sorpresa a nuestras plazas, islas y peñones africanos.
  • Es decir, en caso de un ataque de un misil hipersónico ¿Quién tiene que dar la orden de fuego? Si se considera que es una imposibilidad nos podemos ahorrar toda la artillería antiaérea.

El ejército sistémico.

Este sistema ha conseguido romper la unidad de mando y, en consecuencia, la acción de conjunto y la concentración de esfuerzos. Además, diluir las capacidades y la plena responsabilidad del jefe.

Menos mal que las catástrofes nacionales no implican tener que abastecer a las unidades militares de todo los necesario para vivir y combatir.

La política de personal.

La acción de mando requiere experiencia, apego al riesgo y hábito en decidir ante la incertidumbre. La falta de experiencia impulsa a la inacción, para no tratar de evitar secuelas en las hojas de servicios y, en muchos casos, a no poder tomar iniciativas por falta de conocimientos.

Las labores de los estados mayores, como órganos auxiliares del jefe, son de carácter impersonal y no tiene facultades decisorias, competencias exclusivas de sus jefes. Sobre todo, en los grandes cuarteles generales y en los órganos de la administración los plazos de planeamiento y decisión son más relajados, las responsabilidades y riesgos más diluidos (excepto el de pincharse con una grapadora). Aquél que no está habituado a asumir riesgos y tomar decisiones en los mandos intermedios, no estará capacitado cuando escale los puestos más avanzados de la milicia, en tiempos de paz y menos en caso de guerra.

Sin embargo, la política militar de personal ha olvidado que la razón de ser de los ejércitos son las unidades de combate, y no los perfiles de carreras de los oficiales para que todos tengan, en teoría, las mismas oportunidades para acceder al generalato, finalidad vital que sustituye al concepto primigenio de servir. Así, se limita el tiempo en el mando de las unidades y no en el resto de otros órganos de la administración militar.

La prueba es que hay dificultades para cubrir las vacantes de jefe de batallón o grupo, unidad fundamental de cada arma, y para los actuales cursos de estado mayor, que son de todo menos una escuela de táctica.

Conclusión: 

Se necesitan puntos filipinos.

 

Salvador Fontenla Ballesta.  General de Brigada, r del Ejercito

Fuente:

https://www.xn--elespaoldigital-3qb.com/se-necesitan-puntos-filipinos/

 

 

 

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9 respuestas a «Se necesitan puntos filipinos»

  1. A finales del siglo XIX la Academia de Infantería de Toledo opto por hacer asignaturas oficiales las obras de Táctica de las Tres Armas, estrategias y otras varias escritas por el capitán Jose Villalba y Riquelme, asignaturas que fueron oficiales para la enseñanza de los cadetes hasta mediados los años 50 del siglo XX y que aun hoy son base para cualquier estudio que sobre la materia se hace o escribe
    Dejo aquí una pequeña muestra de la Obra Táctica de las Tres Armas, que apoya el magnifico escrito del general Fontenla y que fue asignatura oficial de todos los mandos militares que combatieron en Marruecos, y en la guerra civil de 1936., desde Millan Astray a Yague pasando por Franco.
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    Se deduce que hay dos factores ó elementos principales en el combate; morales unos y materiales otros.
    Los elementos morales se manifiestan por actos de los combatientes; los materiales por el efecto destructor de las armas.
    Unos y otros accionan y reaccionan entre sí.
    La acción moral.—Desde el punto de vista moral, el combate se nos ofrece como una lucha de pasiones y caracteres en la que el más enérgico domina al más débil, el más inteligente y
    de mejor sentido al más ignorante: á igualdad de conocimiento, el carácter impera como soberano y en ocasiones hasta con inferioridad de ellos. Este es el secreto de los hechos realizados en la guerra por hombres de escaso saber tecnico y de grandes prendas de carácter..
    Favorecen este elemento moral el prestigio de las victorias anteriores, la organización de las fuerzas, la dirección ó mando, y consecuencia de esa mejor organización, la buena instrucción
    táctica, educación moral y preparación física, todo concurrirá a dar solidez ante el peligro aun inesperado, obediencia y serenidad, para no flaquear ante el efecto destructor de las armas.
    Nada como esto último permite evaluar el valor moral de una tropa, el sufrir gran número de lajas sin desorganizarse y huir ó ceder. Los casos como los de las Termópilas, son muy raros, por eso pasan en el tiempo como ejemplo a través del tiempo.
    Las disposiciones ú órdenes de las distintas Armas son á la vez elementos morales y materiales, permiten la dirección de las fuerzas al objeto, y el empleo de los medios de destrucción y la preservación contra ellos; por eso tienen un valor intrínseco independientemente de los de otro orden. Unicamente por el empleo de estos medios y de la disciplina se puede alcanzar la aplicación de los esfuerzos de muchos á la consecución de un fin por la voluntad de uno; armonizar la acción individual con la colectiva.
    • La acción individual. ’Es consecuencia del modo de ser de las sociedades, en los tiempos presentes, el autonomismo y la libertad de juicio, que se ven favorecidas por las necesidades del orden y mecanismos de combate que requiere el orden abierto; por lo numeroso de los ejércitos, que obliga á ceder la dirección en manos de muchos. Esto es simultáneamente una ventaja, porque ocasiona el que todos apliquen sus energías intelectuales y físicas para alcanzar el resultado; y un inconveniente, porque se dificulta marcar los límites de esa independencia para que no haya esfuerzos perdidos, energías consumidas sin fruto, porque sin unidad en la accion no se alcanzan resultados en la guerra.
    Por eso es indispensable la dirección, dirección conocedora de los elementos morales y materiales con que cuenta, y de la manera de aplicarlos en las combinaciones tácticas, semeja á los medios bárbaros empleados por rebaño de bestias que chocan aun contra los obstáculos más potentes, pero que al chocar desgastan sus fuerzas –

  2. No debe de ningún modo identificarse la fuerza de las tropas por su cantidad; eso sería tanto como aplicar en el arte de la guerra la teoría mecánica de la cantidad de movimiento, según
    la cual esta es igual á masas y velocidades iguales. En la guerra, la fuerza de las tropas es producto de las masas también, pero multiplicadas por un factor que es principalmente el espíritu, la moral de ellas, el deseo más ó menos vivo de batirse de los hombres que las componen, aún independientemente de quien las dirija, si bien este es elemento que aumenta su valor, pero independientemente del orden de combate y de las armas que manejen, sean fusiles de chispa o armas repetidoras.
    Los hombres que tienen deseos de batirse se sitúan de por sí en las posiciones más adecuadas para realizarlo. El espíritu de las tropas es, por consiguiente, el factor más importante y desconocido, y el deber de la ciencia militar es determinarlo. Se determinará, indudablemente, el día que se aprecie en los estudios tácticos, en los hechos históricos, no solamente el número de las tropas, formaciones, armas, etc, si no su deseo más ó menos vivo de afrontar el peligro.
    No hay en la guerra más razón que la de la fuerza. Esta fuerza está constituida principalmente por las morales, intelectuales y físicas de los combatientes. Por eso la fuerza de un estado, tal
    como en la actualidad se constituyen los ejércitos, depende del número y de la calidad de sus habitantes.
    Una raza vigorosa habituada á un trabajo penoso y á una vida sobria, es superior á otra, que aunque más numerosa, sea afeminada é incapaz de soportar los rigores de la guerra. La inteligencia y la moral de un pueblo, son, en lo que se refiere á la potencia del estado, elementos
    aún más importantes que las cualidades físicas de los ciudadanos. El sentimiento del deber, la resolución, el desinterés, el amor á la patria, la confianza en Dios; en una palabra, todo lo que constituye el valor moral del hombre, aumenta el valor militar de un pueblo, igualmente que sus cualidades intelectuales y su estado de desarrollo En medio de las difíciles circunstancias.

  3. Excelente, como siempre, el General Fontenla.

    Sí, había algo parecido con la Wehrmacht… marchad separados, combatid unidos (máxima de Bismark), tenían una altísima autonomía, un sargento de la wehrmacht era alguien con altísima responsabilidad, y así toda la estructura del mando. Por eso en parte perdieron en Rusia, ya que el cuartel general de Hitler quería micro gestionar la guerra (con comunicaciones a su vez desencriptadas por el enemigo), y perdieron la flexibilidad que la la responsabilidad dinámica de toda la estructura. La clave era mandar a través de «Directivas», órdenes generales que expresaban el fin último y los objetivos medianos y finales, dejando a la responsabilidad y espontaneidad de todos las decisiones a pie de la línea de combate.

    Todas las buenas ideas son valiosísimas, mi general, pero tenemos los políticos que tenemos, y además el sistema corrupto y antidemocrático, antiespañol y anticatólico que tenemos, que impide que haya un verdadero liderazgo mínimamente sano a nivel político… así que las excelentes ideas y análisis se tienen que quedar para cuando España se regenere… y eso si rezamos lo suficiente y vivimos mínimamente para merecerlo, aunque a estas alturas nos merezcamos ya desaparecer como pueblo y como nación, ¡es terrible!, pero para Dios no hay imposibles y Él ya nos dijo: «Pedid y se os dará». Pues eso.

    ¡Viva España!
    ¡VIVA CRISTO REY!

    1. Muy bueno su comentario, y es verdad que la capacidad de lucha del Ejército alemán en relación con su personal, no se basaba únicamente en la excelencia de sus Generales, sino que en todos los escalones de la jeráquía militar, hasta el nivel de jefes de pelotón y la propia tropa inclusive, la excelencia no era exclusiva de los Oficiales Generales.
      No estoy sin embargo de acuerdo con la idea de que la guerra contra la Unión Soviética se perdió porque las órdenes de Hitler minaron la flexibilidad de decisión de los combatientes en el campo de batalla.
      Los mantras de la propaganda contra Hitler son muy amplios, estaba loco, estaba enfermo (ahora Trump está enfermo par alas televisiones, y Putin debería haberse muerto hace mucho porque también estaba enfermo desde hace años según las televisiones de la propaganda NATO), asesino, y un largo etcétera. Uno de los imputaciones más clásicas es que como estratega militar era un desastre, y por culopa de sus decisiones se perdió la guerra.
      También se han escrito libros sobre las carencias de Franco en este mismo tema, con una foto en la portada del libro que se ve a Franco rascándose la cabeza (como dudando) mientras contemplaba un mapa de operaciones, e incluso el autor fue profesor en la Academia General de Zaragoza para el lavado de cerebro a los cadetes. Franco era tan mal estratega y los rojos tan buenos que estos teniendolo todo perdieron la guerra. La imagen que se vende de Hitler en este tema es producto más de la propaganda que la realidad. Hay un libro sobre esta materia, escrito por Jorge Mota que refuta esta idea analizando dichas decisiones. Yo lo tenía, y posiblemente lo tenga aunque no sé dónde. Yo no sé cuándo se perdió la guerra contra la Unión Soviética, pero desde el momento que los EEUU provocaron el ataque japonés de Pearl Harbor en diciembre de 1941 (la operación Barbarroja había sido a finales de junio de ese año 1941), para tener un pretexto para poder meterse en la 2º Guerra Mundial y salir en socorro de Stalin (conocido como «Tío Joe» en los EEUU), y evitar que Japón uniera sus fuerzas a las de Alemania (y naciones hermanas entre ellas España que tenía a la División Azul combatiendo a los soviets) abriendo un segundo frente contra Stalin por China y Manchuria, y la capacidad de lo EEUU para suministrar todo tipo de armas y equipos, puso las cosas muy cuesta arriba aunque Hitler se hubiera abstenido de intervenir en las decisiones militares.
      La tan criticada «estrategia» de Hitler de que las posiciones y las unidades resistieran a toda costa tiene esta crítica una parte de razón porque a veces es mejor retirarse para luego contratacar que no quedarse pegado al terreno y ser diezmado por la artillería arma muy potente en la doctrina militar soviética, pero creo que la conclusión más acertada sobre estas órdenes la dió recién acabada la guerra un superviviente alemán. no recuerdo ahora su nombre, cuando vió como se asesinaban a miles a los alemanes, no solo a los prisioneros sino a la población civil, con deportaciones y asesinatos masivos etc etc, y entonces a la vista de este genocidio del que no se hacen películas lamentó haber saboteado las órdenes de Hitler de resistencia absoluta, pero ya era tarde para rectificar.
      Sea como fuere, en los 2 últimos meses de la guerra se rendían en masa muchos soldados alemanes que luego morían de frío y hambre en los campos norteamericanos (de los prisioneros del Frente del Este ya ni hablamos), estas soldados encuadrados debidamente en unidades «operativas» habrían sumado una capacidad de lucha que a dos meses del final de la guerra no habría solucionado nada, pero si dos años o tres antes se hubieran empeñado como se empeñaron otros, a lo mejor la guerra no se habría perdido. Alemania y con ella la Europa Cristiana perdió la guerra, pero también estuvo a punto de ganarla. Faltó muy poco para que esto ocurriera.

  4. Lo que necesitamos es Generales y Almirantes ¡con COJONES!. Y no la PATÉTICA caterva de COBARDES y TRAIDORES lameculos de mierda que dirige actualmente las FAS. Punto.

    Por cierto, si en esta AGONIZANTE Ex-Paña en la que malvivimos hubiese algo parecido a Generales y Almirantes con huevos -que NO es precisamente el caso-, esa asquerosa SERPIENTE comunista-globalista que aún se arrastra por la Moncloa y su REPUGNANTE mujer -o lo que sea-, acabarían como acabaron Ceaușescu y la suya.

    Por desgracia, los actuales -y RIDÍCULOS- militronchos actuales NO valen ni para servir de comida a los leones del zoo.

    Para llevarles el maletín a sus AMOS, los politicastros, y para reírles las gracias, por un lado. Y para abrirle la puerta y arrimar la silla al culo del DEGENERADO Borbón de turno, por otro. Para eso sirven tamaños TUERCEBOTAS de mierda. Para nada más.

    Si el Caudillo levantase la cabeza, ¡vive Dios! que les iba a correr ¡a tiro limpio! en cero coma.

    1. El valor es importante, pero a los militares más que el valor les falta la MORAL y la DOCTRINA. La Moral es el arma secreta de todo ejército, el 23F no tuvo más finalidad que la de destruir la Moral de nuestros ejércitos, para así desarmarlos y tenerlos anulados. El Ejército ex-Español carece hoy día de Moral , y la doctrina que posee es la contraria de la que deberíamos tener.

      El ataque ciego, será un ataque con muchos «cojones», por utilizar su nomenclatura, pero en el campo de batalla hace falta mucho más que eso para vencer al enemigo. Si se analizan las batallas victoriosas del Ejército Español, hay una dosis enorme de valor, (o si lo prefiere, de cojones), porque este es un requisito necesario pero no suficiente, pero también de pericia técnica y de armamento de primer nivel. Si analiza por ejemplo la Batalla de Lepanto, el valor de las tropas mandadas por D. Juan de Austria es enorme, y está descrito de forma lacónica por Cervantes en el Quijote, pero las cubiertas de los navíos turcos pudieron ser diezmadas y barridas de jenízaros gracias también a que los arcabuces que llevaban los soldados españoles tenían mayor alcance y capacidad de fuego que los del enemigo, esto fue muy importante para desangrar las acometidas turcas por ejemplo contra la nave capitana . Un armamento de pobre calidad, (como pasa ahora en España comprando las pistolas en Wallapop o en Aliexpress) quizás no habría permitido sostener y desarrollar esa capacidad de lucha. La reserva estratégica de Álvaro de Bazán acudiendo en auxilio en el momento exacto cuando la situación era ya desesperada, desequilibrando con su presencia el combate a nuestro favor, demuestra también la importancia de un mando que además de valiente, es decir además de cojones, es inteligente y sabe calcular cómo cuando y dónde debe emplear sus capacidad de lucha.
      Los militares carecen de estas capacidades porque desde el poder les han sido sustituidas por la propaganda y por el lenguaje inclusivo y no sexista, que en esto último son expertos, que ellos han abrazado como propias, aunque las guerras no se ganan con el lenguaje no sexista, ni poniendo en el emblema del Cuerpo o la unidad los colores de la bandera LGTBI.

  5. Magnífico el artículo del General D. Salvador Fontenla Ballesta. Oro puro. Me quito el sombrero, y lamento muchísimo que sus artículos en estas páginas sean como las alegrías o el dinero en la casa del pobre, sean muy esporádicas y cuando llegan duran poco. Me ha hecho disfrutar mucho con su lectura. Muchas gracias.

  6. Desde un punto inexperto de vista en el tema; tras la lectura; que parece bastante interesante; también porque no solo lo es, desde el tema militar… dándole vueltas a lo leído
    Punto filipino: hace referencia a la iniciativa, a pensar, salirse de la norma si hace falta para solventar incidencias, ante la ausencia de ordenes superiores, si son contradictorias, poco claras o abiertamente equivocadas/perjudiciales respecto a lo que dicta la inteligencia… o la experiencia; como se cita que sucedió en el desembarco de Alhucemas. Y, como ante lo imprevisto, inimaginable, sorprendente, etc, no hay entrenamiento previsto, el entrenamiento es exponerse a situaciones imprevisibles reales sobre el terreno. España, dado el papel difusor apabullante que tuvo; también sobre tierras ignotas, debería ser modelo para propios y extraños; si no es así, es porque ya se han encargado de fomentar justo lo contrario.
    De hecho, creo que lo llevamos en la sangre, por eso siempre se nos considero peligrosos( no solo militarmente ). Somos un pueblo de sangre inquieta, que cuando se dan raramente las circunstancias adecuadas, saca a relucir esa virtud; hoy muy adormecida. Pero claro, una cosa es que salga a titulo individual, sin ninguna trascendencia importante, y otra, que salga en causa común, tal y como sucedió en nuestros mejores momentos.
    Para salirse de la norma, primero hay que conocerla( si se sale sin conocerla, no se sale, simplemente se deambula de un lado a otro, entrando y saliendo ). La norma da idea de lo que se espera que se haga, de la reacción previsible; al salirse en respuesta a lo imprevisible, se responde de la misma manera, sorprendiendo también si se trata de un enemigo. Y como en el ajedrez, a mayor numero de jugadas previstas, más ventaja; es un cálculo de posibilidades. En este caso, es barajar el mayor número de jugadas imprevistas…, y siempre suele funcionar lo de: piensa mal y acertarás. O como muchas veces se dice: los buenos son imprevisibles, los malos no. Hasta el soldado raso, debe tener un punto filipino, pues antes que nada somos personas, no maquinas