La reliquia ha sido trasladada a la Basílica Nuestra Señora de Atocha, muy vinculada con la Familia Real
El Monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid, donde se custodiaba desde hace más de 400 años la pila bautismal de los Príncipes e Infantes de España, ha cerrado sus puertas definitivamente. Y la pila ha sido trasladada a la Basílica Nuestra Señora de Atocha, un templo muy vinculado desde hace siglos a la Familia Real. Allí permanecerá, en principio, hasta que la actual Princesa de Asturias tenga descendencia y retome la tradición.
El convento de Santo Domingo de Madrid ha resistido durante 805 años todos los avatares de la historia: guerras, revoluciones, saqueos, incendios, abandonos, asaltos, invasiones, desamortizaciones y traslados, pero no ha podido sobrevivir a la falta de vocaciones. Finalmente, ha cerrado las puertas y se ha fusionado con el Monasterio de Santo Domingo el Real de Segovia, donde se han afiliado cinco de las hermanas, y la sexta, en el de Alcalá de Henares.
Fue el propio Santo Domingo de Guzmán quien levantó personalmente el convento de Madrid en 1218 en un lugar muy próximo al Palacio Real, la actual plaza de Santo Domingo. A lo largo de los siglos, el monasterio conoció momentos de esplendor, llegó a convertirse en panteón de Reyes y albergó tesoros artísticos, de los que los madrileños se sentían orgullosos, pero también pasó épocas de decadencia, abandono y ruina.
Fue en 1606 cuando la pila bautismal de Santo Domingo de Guzmán llegó al monasterio de Madrid. Un año antes, el Rey Felipe III había ordenado su traslado desde Caleruega (Burgos), la tierra natal del Santo, hasta Valladolid para bautizar a su hijo Felipe IV y, a partir de ese momento, la piedra nunca regresó a su lugar original. Durante siglos, cada vez que nacía el hijo de un Rey, la pila se trasladaba al Palacio Real y, tras el bautizo, regresaba al Monasterio de Santo Domingo.
En 1808, durante la Guerra de la Independencia, los franceses saquearon el convento, pero la pila resistió, y en 1868, durante la revolución Gloriosa, la que acabó con la Monarquía de Isabel II, lo saquearon los propios españoles. Para proteger la pila bautismal, las monjas dominicas pidieron a una familia amiga que la enterrara en el jardín que poseía en las afueras de Madrid y mandaron hacer una réplica por si el Gobierno de la República acudía a incautarla.
Al monasterio no lo pudieron proteger: se le aplicó la ley de Desamortización de bienes eclesiásticos, que había aprobado el Gobierno de Juan Álvarez Mendizábal, y en 1870 fue demolido. Algunos de sus tesoros y documentos históricos pasaron a museos y archivos, pero muchas reliquias y obras de arte que durante más de seis siglos se fueron reuniendo en ese monasterio se dispersaron o desaparecieron. Algunas de sus piezas más valiosas están actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, como son la estatua orante de Pedro I de Castilla, la Gran Dobla o el sepulcro de Doña Constanza de Castilla.
Las monjas fueron expulsadas y las acogió el convento de Santa Catalina de Siena, que en aquel momento se encontraba en una mansión noble de la calle Mesón de Paredes, cedida por el duque de Medinaceli. Cuando se restauró la Monarquía en 1874 y pasó el peligro de la revolución, las hermanas desenterraron la pila bautismal y se la llevaron con ellas a su convento provisional.
En 1882 terminaron las obras del nuevo monasterio y las monjas y la pila se trasladaron al número 112 de la calle de Claudio Coello. De este lugar, la pila sólo ha salido para los bautizos reales. Las últimas veces que se utilizó fue para cristianar a la Princesa de Asturias y a la Infanta Sofía.
El Monasterio de Santo Domingo el Real ha permanecido en Claudio Coello durante 142 años hasta el pasado mes de febrero, que se cerró. Por ese motivo, el día 17 se celebró una eucaristía de acción de gracias por los 805 años de su presencia en Madrid.
Tras el cierre de este convento, la pila bautismal ha sido trasladada a la Basílica Nuestra de Atocha, donde se ha creado una capilla dedicada a Santo Domingo de Guzmán. Además de la piedra, se ha trasladado desde Claudio Coello una talla del Santo, obra de Luis Salvador Carmona. La pila permanecerá allí custodiada por los dominicos de la Provincia de Hispania hasta que nazca un nuevo Heredero de la Corona y reciba las aguas bautismales.
Fuente: