Hace 100 años finalizó la ocupación de Alcazarseguer por los españoles, en una operación muy rápida y que tenía un claro diseño de prueba
Hace cien años, por Decreto de 2 de marzo de 1925, a la Legión se le daba oficialmente el nombre de El Tercio. Eran las unidades adecuadas para encuadrar voluntarios extranjeros cuando, en esas mismas fechas, el general Juan Merigo se ofrecía a acudir a Marruecos al mando de una brigada de 1.200 mexicanos. Antes se había recibido un ofrecimiento similar de cubanos y otro de los rusos blancos y cosacos del general Wrangel.
En esas fechas se reorganizaron los Grupos de Regulares, dándoles mayor capacidad. Se suprimieron de Marruecos los regimientos de Ceriñola y San Fernando, entre otros, y se sustituyeron por dieciocho batallones de cazadores que eran más operativos en aquel terreno.
Evidentemente, las reformas llevaban la intención de dar el golpe definitivo a la rebelión de Abd el-Krim y someter la zona. Al mismo tiempo, se repatriaron fuerzas expedicionarias españolas. Ese mes finalizó con la ocupación de Alcazarseguer por los españoles, en una operación muy rápida y que tenía un claro diseño de prueba de desembarco. Fue un 30 de marzo de 1925, hace cien años.
Alcazarseguer (Ksar-Seghir) era un pequeño aduar situado entre Tetuán y Tánger, en el extremo occidental de Anyera, el único de la línea de costa entre las dos ciudades. Tenía un valor estratégico por ser entrada de la zona internacional y vigilancia del estrecho. Fue posición romana, fenicia y bereber. Astillero y puerto de salida de las embarcaciones que se dirigían a la península ibérica en el periodo de invasión. Por eso quedaban los restos de un antiguo castillo que fue posesión de diferentes naciones y abandonado por los portugueses en el siglo XVI.
En diciembre de 1924, el puesto de las Intervenciones Militares en la localidad fue arrasado por una revuelta local dejando los cuerpos insepultos de los militares españoles. Hasta ese momento, no se había intentado recuperar.

Ruinas del castillo de Alcazarseguer
En esas fechas ya se había decidió el desembarco en Alhucemas. Había revuelo en las altas esferas militares, aunque se trataba de guardar el secreto en los detalles concretos. No se tenía experiencia en una operación similar. Ni en España ni fuera –salvo el fracaso de Gallipoli– se había intentado nada igual. La literatura militar no recogía nada que sirviera de conocimiento.
Así las cosas, parecía muy importante intentar una experiencia que sirviera de antecedente práctico. Y se hizo en Alcazarseguer, con los mismos planteamientos que se practicarían en Alhucemas: maniobras marinas de distracción, desembarcos falsos en lugares no señalados para la operación final y la coordinación de varias columnas en tierra que dispersaran las fuerzas enemigas.
La operación la mandaba el general Souza con dos banderas de El Tercio el Grupo de Regulares de Ceuta, artillería de montaña e ingenieros. Embarcaron en Ceuta y la flota, con cuatro cañoneros, dos torpederos y otros buques auxiliares, alcanzó pronto la costa de la población marroquí. Una fuerte preparación artillera bastó para que los barcos españoles soltaran las barcazas K, las que se iban a usar en Alhucemas, y desembarcaran las tropas en la playa. La fuerza desembarcada tomó posiciones e, inmediatamente, comenzó a fortificar el terreno.
La operación nadie se le escapa que, vista la descripción de los hechos, era una preparación de lo que iba a suceder en septiembre en la bahía de Alhucemas. Se extrañaban algunos de que se empleara tanta fuerza para una posición de escaso valor estratégico en ese momento. Por eso las fuerzas terrestres de desembarco las iba a encabezar el teniente coronel Franco con los legionarios. La utilización de fuego naval, al parecer con errores de ejecución, sirvió para planificar lo que se iba a producir después. También se intentó engañar al enemigo con un amago de desembarco en otra playa distinta a la que recibiría a las tropas. Y todo se planeó en el más absoluto de los secretos para que los agentes de Abd el-Krim no pudieran enterarse del ensayo.
Jiménez Moyano ha estudiado bien este desembarco en un artículo publicado en la Revista de Historia Militar de 2006. Las conclusiones de este autor resumen perfectamente lo que se hizo y lo que se pretendía: «Una operación que podemos decir que tiene como características la conservación del secreto, una planificación y preparación meticulosa, y una ejecución rápida y precisa. En este desembarco se llevan a la práctica todos los elementos claves de índole táctica que posteriormente se van a dar en el de Alhucemas. Así, la sorpresa táctica se consiguió utilizando la playa de desembarco menos probable para el adversario, contribuyendo a ésta los fuegos navales de preparación».
Si los españoles aprendieron de esta experiencia, es lógico pensar que también lo hicieron los rifeños. Pero el tiempo de Abd el-Krim estaba tocando a su fin. Si los españoles, ayudados por Francia, desembarcaban en Alhucemas, su sueño republicano rifeño no se iba a sostener por mucho tiempo.
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