Golfos de América

Samantha Power, ex directora de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID). (Foto: https://www.independentespanol.com/ AP).

Interesante articulo  sobre los «golfos» en Estados Unidos

 

En un artículo anterior recordaba que en el discurso inaugural en el Capitolio Donald Trump propuso, con mucha razón, rebautizar al Golfo de México como Golfo de América. Poco más tarde repitiría la propuesta en su discurso en el Capital One Arena abarrotado de militantes y simpatizantes del movimiento MAGA.

Asimismo insinué que el Golfo de México, en justicia, debería llamarse Golfo de España –nación descubridora– o quizás Golfo de los Españoles por los centenares de nacionales españoles protagonistas en su descubrimiento y exploración, acompañando a Juan Ponce de León, a Francisco Hernández de Córdova, a Juan de Grijalva, a Hernán Cortés, y a Alonso Alvarez de Pineda, entre 1513 y 1519 (véase mi artículo “¿Golfo de América?”, publicado en La Crítica el pasado 27 de enero).

 

Aparte del debate sobre el nombre geográfico del Golfo, se me ocurre, con una conveniente dosis de humor, que el Presidente estadounidense debería instituir los premios –como ocurre con los anuales Oscares de Hollywood– a los Golfos (y Golfas) políticos de América.

Trump llega por segunda vez a la Casa Blanca con varias listas bien nutridas de candidatos merecedores del premio. La primera y más evidente es la de la corrupta familia Biden, encabezada por el propio Joe y su hijo Hunter, con los hermanos del ex presidente Frank, James, Valerie y dos cuñados, sujetos del infame “perdón preventivo” dictado en los últimos minutos en el poder del patético mandatario.

Otra lista interesante es la de 51 altos funcionarios de la Comunidad de Inteligencia –a los que Trump con razón ha retirado el permiso de acceso a los secretos de Estado (última hora: al ex presidente Biden también) – que firmaron en 2020 un escrito de apoyo y “cover up” a Hunter Biden en el asunto del infame “laptop”. Entre ellos, destacan los supremos dirigentes del espionaje y contra-espionaje en la era Obama-Biden como Leon Panetta, James Clapper, John Brennan, Michael Hayden, etc.

No menos merecedores del premio son los 60 nombres en la lista (no exhaustiva) del “Estado Profundo”, publicada en un libro de Kash Patel (especialmente los directores del FBI James Comey, Andrew McCabe y Chistopher Wray, y otros traidores a Trump en su primer mandato, como John Bolton, Bill Burr, Mark Esper, Mark Milley), o los miembros de la infame Comisión del 6 de Enero, también perdonados preventivamente por Biden, como hizo en otros casos individuales: el corrupto científico del Covid-19 Anthony Fauci, los congresistas Adam Schiff, Jamie Raskin, etc. En fin, para la cuota femenina tampoco faltarían candidatas: Hillary Clinton, Kamala Harris, Nancy Pelosi, Michelle Obama, Susan Rice, Maxin Waters, Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, etc.

Obsérvese que prácticamene la mayoría de los nombres de los golfos/as de América pertenecen al Partido Demócrata. Pero también podrían postularse algunos RINOs (Republicans In Name Only) como Liz Cheney, Mitt Romney, Mitch McDonnell, etc.

En estas últimas semanas ha surgido una formidable aunque discreta candidata, convenientemente poco publicitada, históricamente promocionada por el “padrino” Obama: Samantha Power, hasta hace muy pocas semanas directora administradora de la USAID, nombrada por el presidente Biden.

Su curriculum es notable como “liberal” izquierdista (ella lo llama “idealista”), elegida por Obama para su Consejo de Seguridad Nacional y como embajadora en la ONU. Kash Patel la incluye en la lista del “Estado Profundo” por haber participado en la cábala golpista anti-Trump del 5 de enero de 2017 en el Despacho Oval (con el presidente saliente Obama, su vicepresidnte Biden, James Comey, John Brennan, Susan Rice y Denis McDonough, entre otros).

Recuerdo que hace años Samantha Power dio una charla en mi Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (creo que invitada por estudiantes comunistas colegas de Pablo Iglesias), a la que yo no asistí, pero más adelante tuve la oportunidad de escucharla en un discurso aburrido –típica y progre “ensalada de palabras”– durante la graduación de mi hijo en la Johns Hopkins University en 2022.

Toda ensalada progre de palabras tiene su base en una ensalada progre de ideas, y en el caso de Samantha Power, autodeclarada católica, posee una obvia y cercana referencia intelectual en su esposo Cass R. Sunstein, profesor judío en Harvard, cuya mente erudita pero caótica tiene su mejor expresión en un ensayo/ensalada publicado en 2023 en The New York Times, “Why I’m a liberal (in the classical sense)”, después de una ejemplar militancia obamita, como su esposa.

Durante su mandato en la USAID (2021-2025) la católica Samantha Power no ha tenido en cuenta los sesgos anti-católicos o anti-cristianos a la hora de subvencionar programas Woke, LGTBIQ, cirujías trans, fundaciones de George Soros, y medios de comunicación izquierdistas. Tampoco le ha importado, pese a la identidad judía de su esposo, el financiar directa o indirectamente organizaciones antisemitas y terroristas como Hamas.

Espero que los tribunales estadounidenses juzguen con todo rigor a todos los golfos/as políticos y a la responsable de USAID en el que parece ser el mayor escándalo financiero y surrealista de corrupción política (con miles de millones de dólares en juego) de la historia de los EEUU. Y –no lo olvidemos– con el “padrino” Obama en la sombra.

Manuel Pastor Martínez

Fuente:

https://lacritica.eu/noticia/3779/manuel-pastor-martinez/golfos-de-america.html