BOTADURA DEL OCTAVO SSBN RUSO CLASE BOREY. Luis V. Perez Gil

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Luis V. Pérez Gil, Alférez Reservista Voluntario, Doctor en Derecho con premio extraordinario por la Universidad de La Laguna, Asociado de AEME publica en su blog la siguiente reseña sobre la botadura del octavo submarino nuclear estratégico ruso.

 

El 3 de febrero de 2024 el comandante en jefe de la Marina rusa, el almirante Nikolay Evmenov, presidió en el edificio principal de producción de los astilleros Sevmash de Severodvinsk la ceremonia de botadura del octavo submarino nuclear estratégico (SSBN) Proyecto 955A K-555 Knyaz Pozharsky. Durante el acto, al que asistieron también el viceministro de Comercio e Industria, los directores generales de las principales empresas implicadas en su construcción (Sevmash y la Oficina de Diseño Rubin), autoridades regionales y altos oficiales de la Marina, el almirante Evmenov se deshizo en elogios sobre las capacidades técnicas, avances tecnológicos y poder de combate del nuevo submarino que se espera que entre en servicio este mismo año (tradicionalmente esto se lleva a cabo durante la última semana del año). Además, su propio nombre forma parte de un mensaje estratégico dirigido a Occidente: el príncipe Dmitry Pozharsky fue un caudillo ruso que liberó la ciudad de Moscú de la ocupación polaco-lituana durante el Período Tumultuoso, en el siglo XVII. Estas declaraciones no son ni baladíes ni expresan un sentimiento de superioridad injustificado. Los submarinos de cuarta generación de la clase Borey miden ciento setenta metros de eslora, desplazan veinticuatro mil toneladas en inmersión y cargan hasta dieciséis misiles balísticos intercontinentales navales (SLBM) R-30 Bulavá con ojivas múltiples con una potencia explosiva combinada equivalente a quinientas treinta y tres bombas atómicas como la empleada por los Estados Unidos contra la ciudad japonesa de

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Hiroshima el 6 de agosto de 1945 (la famosa Little Boy). Por tanto, este SSBN es no solo un prodigio tecnológico y la cumbre de la capacidad tecnológica rusa destinada a la guerra sino que tiene como misión fundamental garantizar una respuesta de proporciones catastróficas en caso de sufrir un ataque nuclear o convencional masivo (fuerza de contragolpe). Pero es que, además, es el octavo buque de su clase (siete más ya están en servicio en las flotas del Norte y del Pacífico), mientras que dos más están en construcción en Sevmash y se planea construir otros dos con el objetivo de contar con una fuerza homogénea de doce SSBN que asegure la paridad con los Estados Unidos.

 

Esta fuerza de combate combinada estará en servicio antes de que haga lo propio el primer SSBN americano de nueva construcción de la clase Columbia, cuya fecha programada de entrega está en torno a 2032 -véase la entrada EL SSBN COLUMBIA COMIENZA A TOMAR FORMA, de enero de 2024-. Estos datos permiten centrar varias cuestiones fundamentales: primero, el afán del Poder Político ruso en garantizar el funcionamiento de la estrategia de disuasión nuclear; segundo, la decisión de mantener su estatuto de gran potencia militar y, además, la voluntad de continuar ejerciendo poder e influencia en el sistema internacional global. Pero, también ponen de manifiesto el fracaso de las políticas de Occidente contra Rusia, incluidas las sanciones antirrusas (las de 2014 y las aprobadas desde el 24 de febrero de 2022) para parar la agresión rusa contra Ucrania, dañar su economía y tratar de cambiar el curso de la política exterior de los dirigentes rusos.

 

Sin embargo, al menos a corto plazo, estos objetivos no se han podido alcanzar, aunque los augures del belicismo no cejan en sus declaraciones de que no solo esto será así, sino que están en camino de destruir la economía rusa, provocar la inestabilidad del régimen putiniano y, finalmente, conseguir un cambio político que Rusia que les llevará a volver a comer de la mano de Occidente. Ahora bien, si por algo es apreciado el gobierno de Putin entre la mayoría de sus ciudadanos es porque llevó la estabilidad y un nuevo período de desarrollo al país después del período del capitalismo salvaje (y también de la apertura) de la era Yeltsin, en los años noventa del siglo pasado. Es difícil saber cuán sólido es el régimen que gobierna Rusia en estos momentos, pero dos cosas sí parecen clarassu decisión de continuar armándose (con armas de destrucción masiva) para garantizar su propia seguridad y la persistencia en la consecución de sus objetivos, casi al coste que sea necesario. Ambos objetivos combinados no auguran nada bueno para Occidente si el curso de acción final es el que lleva al enfrentamiento.

 

Fuente:

https://ullderechointernacional.blogspot.com/2024/02/botadura-del-octavo-ssbn-ruso-clase.html